Álbum

King Gizzard And The Lizard Wizard

Flight b741P(doom)-Virgin, 2024

Flying Burrito And The Lizard Wizard. Con este juego de palabras tan excitante puede sintetizarse la impresión inicial que deja el vigesimosexto trabajo de estudio –¡en catorce años de vida!– de King Gizzard And The Lizard Wizard, ese sexteto oceánico que tan bien nos lo está haciendo pasar a los psychófilos de todo el planeta. Como si estuvieran tocados por el espíritu de un Gram Parsons en estado de gracia, los australianos arrancan “Flight b741” con una batida de country-rock tremendamente irresistible que hace presagiar lo mejor de esta nueva colección de diez temas. Cuando llegas al tercero la experiencia está siendo tan satisfactoria que ya estás convencido de que el disco se te va a quedar corto, y así es, pero de un modo inesperado. Porque si hay algo que no sea este álbum, es conceptual o lineal.

Antes de continuar la disección del disco, conviene escuchar cómo lo presenta el líder de la banda, Stu Mackenzie: “Quería hacer algo que fuera primario, instintivo, más ‘desde las tripas’. Solo gente en una habitación haciendo algo divertido. El disco es como un fin de semana muy divertido con tus amigos, ¿sabes? Divertido de verdad. Este es nuestro disco más colaborativo: la colaboración se producía en la sala, era libre, y todo el mundo aportaba canciones e ideas. Y queríamos tener tantos vocalistas principales como pudiéramos, y pasarnos el micro en plan ‘esta es mi parte, mi idea, voy a cantarla y luego te paso el micro a ti y tú puedes hacer lo tuyo’. Todo el disco gira en torno a eso”.

Dicho esto, hay que advertirlo: tampoco es que estemos ante un álbum desordenado o loco. Un poquito incoherente quizá, pero divertido. Un poquito mutante, pero fluctuando con suavidad. El sureñismo inicial no se rompe de forma abrupta sino que se va humedeciendo poco a poco con unas gotitas de soul que les hacen parecerse más a The Black Crowes, y después el grifo se va abriendo hasta que asoma un torrente de funk con algunos tintes contemporáneos que traen a Prince a la mente. Muy al estilo King Gizzard And The Lizard Wizard, eso sí, incluyendo petardazos para el directo en los que mezclan el prurito sexi del genio de Mineápolis con cabalgadas boogie al estilo de los Status Quo más desatados, y todo hilado con la inconfundible y jaranera armónica de Ambrose Kenny-Smith (no se pierdan su banda paralela, The Murlocs).

¿Y de qué hablan las letras de “Flight b741”, primera edición del nuevo sello del grupo, que han bautizado P(doom) Records en referencia a un término que se refiere a la probabilidad de resultados catastróficos como consecuencia de la Inteligencia Artificial?“Nos lo pasamos muy bien, pero a menudo cantamos sobre cosas muy duras. Probablemente tocan temas más profundos y universales de lo habitual, dando como resultado un disco no de ciencia ficción, sino que trata de la vida y esas cosas”, asegura Mackenzie. ∎

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