Álbum

Kokoshca

La juventudSonido Muchacho, 2024

Kokoshca es un grupo que siempre ha operado bajo sus propios parámetros, ajeno a modas y tendencias, construyendo una carrera paso a paso –ya desde aquellos tiempos del sello Birra y Perdiz– y reforzando su personalidad con cada entrega discográfica. En el que es su quinto disco oficial (no contamos los CD-R iniciales), redoblan la apuesta desdeñando la madurez mal entendida y publicando el que quizá sea su álbum más efervescente, hedonista y vibrante.

Las cartas se muestran desde el principio, con ese discurso de Pepe Múgica –declaración de intenciones– envuelto en capas de psych-rock que conducen unos metales. Piensen en una especie de Primal Scream a la navarra. Un canto a la vida humana, en definitiva. A sacarle el jugo a cada momento, demostrando que siempre se está a tiempo para encontrar nuevos recovecos a la propuesta artística. La homónima La juventud” se suma a la ya larga lista de himnos inmediatos del cuarteto: “Ni estudio ni trabajo”, cantan Amaia e Iñaki al alimón. “Ni nos quejaremos / Ni es nuestro momento / Un día venceremos / Cuando callen estos viejos”, dicen a continuación. No sabemos quiénes son ellos en la acusación, pero funciona igualmente como incitación colectiva a coger las armas y sentirse joven, aunque sea de espíritu.

Las nuevas texturas electrónicas y el punto rock de baile de raigambre noventera luce en Lo que hay en mí”, con profusión de sintetizadores y detalles electrónicos que podrían recordar a la explosión Madchester, pero siempre con la acusada personalidad vocal de los dos cantantes de la formación. “Tanto trabajar / solo quiero salir de esta jaula y salir a volar”, afirman. La música como escape vital, reforzando el compromiso del cuarteto con su actividad artística. Huella de ti” es quizá la pieza más inmediata de la colección, con un ritmo soul que canaliza la huella Motown vía Belle & Sebastian y el glam. Jit mundial automático y absoluto.

En El verano” conjuran a la Velvet Underground y a los grupos de chicas a través de la huella de Los Planetas, referencia fundamental que de manera oblicua atraviesa todo el elepé. A la vez, los “du an ban ban” de Amaia parecen sacados de los coros femeninos de “Tower Of Song” de Leonard Cohen. La mezcla de influencias en el cóctel sonoro consigue sonar viejo y moderno a la vez. Es decir, atemporal. De alguna manera, sirve como fin de la primera parte del disco.

Parkour” es otra de las viñetas apasionadas que llevan jalonando toda la carrera de los pamplonicas. Una línea hereditaria que comenzó con “La fuerza” y que continuó con otros temas como “No queda nada”, “Curado de espanto” o “Seguiremos en pie”. Aquí trazan una línea entre la crisis metafísica y la social, con frases comoHay OBRAS por todos partes / Las calles no eran así antes / Buscar el rumbo en uno mismo / Mientras tu ciudad se vende al turismo”.

La búsqueda de nuevos parámetros y las ganas de salirse de los clichés aparece en Mi barrio”, una oda a la comunidad vecinal en formato corrido tumbado, con estribillo mágico. Sácame a bailar” es exactamente lo que propone el título: una canción de hedonismo sin cortar en clave pop electrónico que conecta con los años noventa y que abre otra nueva línea en el repertorio de la banda. “Cosquillas de cristal / Es el viejo ritual / Estamos todos / Todos fundidos en la fiesta”.

La parte final añade un curiosísimo tema dub al estilo The Clash, Nos pasa siempre”. De ahí al final, Es una suerte”, quizá la mejor del disco. En ella, cualquier deje paródico o ingenioso se difumina para dar paso a una melancolía sincera que lidia con una separación sentimental y que, en las voces de Amaia e Iñaki, suena genuinamente emocionante.

Se trata, pues, no de una obra de madurez, pero sí madura. Ecléctica, profundamente humana (alegría, tristeza, euforia, bajona, amor, dolor) y otro capítulo en una trayectoria que habita su propio universo. La fuerza y el entusiasmo no decaen y eso es una pequeña gran hazaña. ∎

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