Reedición

Kylie Minogue

Impossible PrincessBMG, 2022

Durante mucho tiempo, “Impossible Princess” (1997) fue considerado el patito feo de la discografía de Kylie Minogue. Pero ahora, justo cuando su 25º aniversario vuelve a ponerlo bajo la luz de los focos, se impone hacerle justicia resignificándolo no solo en base a su leyenda negra (que la tiene), sino sobre todo al hecho de que aquí dentro se comprime un espectáculo sin igual: El Show de las Kylies Múltiples.

Partamos del vídeo de “Did It Again”, single extraído de “Impossible Princess” una vez ya nadie parecía tener ningún tipo de esperanza comercial o crítica en el disco. En el clip, cuatro Kylies diferentes (Sex Kylie, Cute Kylie, Indie Kylie y Dance Kylie) se pelean por atraer la atención de una cámara de fotos manejada por una quinta Kylie de la que nunca se especifica el nombre. Y esto, que bien podría ser la base de un gag de “Rick & Morty” (solo faltaría añadir a Evil Kylie), también es un punto de partida perfecto para abordar de forma analítica la valía real de este disco en su 25º aniversario.

Porque puede que Madonna sea la artista conocida por imponer el modus operandi de las divas pop: ahuyentar el aburrimiento (propio y ajeno) reinventándose cada cierto tiempo. Pero, en el momento histórico del lanzamiento de “Impossible Princess”, en los instantes previos al advenimiento de Britney y Christina, Kylie era la otra gran diva que también estaba dándole cañita brava a esta fórmula de la reinvención constante. De hecho, su anterior trabajo, el homónimo “Kylie Minogue” (1994), había supuesto una solvente emancipación de Minogue respecto a la idea de “producto prefabricado” por los míticos Stock, Aitken & Waterman, en parte gracias a ese hit extraño y fascinante que sigue siendo “Confide In Me”. Y también gracias en parte a su relación con Nick Cave, que florecería en forma de balada inmortal: “Where The Wild Roses Grow”, incluida en “Murder Ballads” (1996) del australiano.

Así que no es de extrañar que su siguiente movimiento consistiera precisamente en explorar los límites de esa persona / personaje / personalidad que, de repente, la industria musical le permitía. El resultado fue un disco, este “Impossible Princess”, en el que conviven las diferentes Kylies del mencionado videoclip… y algunas otras más. Aquí el drum’n’bass (“Too Far”) convive con el britpop (“Some Kind Of Bliss”, fallido primer single), el folk-pop de raíces celtas (“Cowboy Style”) con el trip hop (“Jump” y “Through The Years”), el pop sinfónico (“Dreams”) con el revival del sonido girl band setentero que llegaría unos años después (“I Don’t Need Anyone”), el dance en clave high-energy (“Drunk”) con el big beat de toques ácidos (“Say Hey”).

Dicho de otra forma: este es un álbum en el que se entrelazan artistas que sonaron antes, durante y después de 1997. Su carácter visionario estriba precisamente en eso, en sintetizar lo que estaba pasando en aquel momento (finales de los 90) y en avanzarse a lo que pasaría justo después, metiendo en la misma batidora a Björk, Moby, Kate Bush, The Chemical Brothers, Cornershop, Sinéad O’Connor, Craig Armstrong, Sugababes, Primal Scream, The Pipettes y, obvio, Madonna. (Pequeño apunte que se quedará en pequeño: “Impossible Princess” siempre ha sido considerado el “Ray Of Light” de Kylie… Y sigo sin entender por qué).

Resulta fácil, sin embargo, rastrear el origen de este melting pot sonoro en los créditos del álbum. En el proceso de composición participan tanto los Manic Street Preachers como Dave Ball de Soft Cell, con menciones puntuales a Ingo Vauk, Dave Eringa y Rob Dougan. Y la producción brilla con el inconfundible sello de Brothers In Rhythm (Steve Anderson y Dave Seaman). Pero una cosa tiene que quedar clara: “Impossible Princess” es El Show de Kylie (o El Show de Las Kylies Múltiples) y, en consecuencia, las riendas tanto de la escritura como de la producción las llevó la propia Minogue, quien aprovechó las letras para mostrar todo aquello que una pop star no puede ni debe mostrar. Fragilidad, dudas, empoderamiento, inquietud, descontento y, sobre todo, ruptura con la Kylie prefabricada que por fin deja espacio para una Kylie adulta, poliédrica y, evidentemente, más real y creíble.

Entonces, ¿por qué “Impossible Princess” no se comió un colín en las listas de éxito, se dio un batacazo comercial (y popular) bastante tremendo y fue considerado durante muchos años el patito feo en la discografía de Kylie Minogue? Para empezar, por lo evidente: este es el disco que absolutamente nadie esperaba de la artista. Se esperaban hits, y aquí hay pocos hits al uso. También es un disco difícil por lo que tiene de incoherente en sus vaivenes sonoros (vaivenes que a día de hoy, en plena era del shuffle de Spotify, suenan extrañamente coherentes e incluso construyen, ladrillo a ladrillo, un imaginario sonoro cerrado). Y, claro, luego está la leyenda negra…

Y es que se dice se comenta que la discográfica no estaba del todo convencida por este lanzamiento, ya sea por lo que tenía de bizarrada en sí mismo o por otro factor a tener en cuenta: el título. Lady Di murió en agosto de 1997 y la discográfica británica fue retrasando el lanzamiento (¡incluso hasta 1998 en Gran Bretaña!) a sabiendas de que lo de “princesa imposible” podría tomarse por lo que no era. De hecho, “Impossible Princess” toma su nombre del libro “Poems To Break The Hearts Of Impossible Princesses”, que Billy Childish publicó en 1994 y que el mismo Nick Cave regaló a Kylie. Pero explícale tú eso a los ladydiers que estaban en pleno luto.

Finalmente, el álbum fue publicado con retraso y con un cambio de título por el homónimo “Kylie Minogue”, igual que su predecesor, aumentando así la confusión y escarbando más y más en la llaga de su fracaso. Aunque, ¿fracaso? ¿Qué fracaso? Bajo la luz proyectada por su 25º aniversario, está claro que “Impossible Princess” finalmente encontró su lugar. Sigue siendo el disco que polariza de forma más profunda a los fans de la artista: o lo adoran o lo odian, sin medias tintas. Y eso siempre es algo bueno.

Lo que está claro es que, observado en perspectiva, este álbum no solo fue la evolución natural en la carrera de la artista tras “Kylie Minogue”; sino que, sobre todo, fue el almacén de semillas perfecto para todo lo que vendría después. Y es que en el imaginario de este disco también conviven la Soul Kylie de “Body Language” (2003), la Cabaret Kylie de “X” (2007), la Country Kylie de “Golden” (2018) y la Disco Kylie de “Disco” (2020). Y, sobre todo, la Diva Kylie que, justo después de este (presunto) batacazo, se repondría con la publicación de una dupla tan incontestablemente sublime como la formada por “Light Years” (2000) y “Fever” (2002). También te digo que yo sigo esperando un discazo firmado por Evil Kylie. No sé, quizá el próximo. ∎

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