La Texana, el proyecto personal del mexicano Josué Ramírez, es otro producto de la pandemia. En el confinamiento, este joven de Tijuana evitó que su casa se le cayera encima grabando canciones con una guitarra y un ordenador portátil. Aquellos primeros temas se pueden escuchar en su página de Bandcamp, agrupadas con el título de “Debut”, y destilan una inocencia y una frescura que se reafirmarían en su primer EP, “Morro” (2023). “la casa que cae”, su primer álbum propiamente dicho, suena algo más profesional, con un brillo diferente. Lo ha coproducido el propio Ramírez junto a un enigmático personaje llamado El Alcalde y Marcos Crespo, de Depresión Sonora, con quien comparte un sonido muy similar. La principal diferencia con el de Vallecas es que la desesperación medio nihilista se cambia por una idea mucho más cercana a la canción romántica clásica y a la raíz latina. No obstante –y a pesar de ese riff de “Desgárrame” que tanto recuerda a Los Rodríguez, de los ritmos de “Terco” o del acordeón de “Vientos de Santa Ana”–, ese influjo aparece más atemperado que en las primeras grabaciones. La pulsión post-punk más oscurantista también se ha ido diluyendo en el álbum, como si el músico se encontrase en búsqueda de una tercera vía más personal.
A sus 22 años, Ramírez se muestra claramente en proceso de autoconocimiento, de probar cosas. Las letras, todavía no muy inspiradas, son bastante reveladoras de ese estado iniciático, de ritos de paso a la edad adulta. Hablan de cosas básicas (la pasión, la amistad, el desamor, el perseguirse y jugar con su propia sombra), pero desde la frescura de quien se está topando con eso por primera vez. Quizá, también, sin poder todavía sacudirse el influjo de la música que él ha escuchado. En ese sentido, si los grupos españoles aún se miran en espejos como Parálisis Permanente o Décima Víctima, es lógico que las referencias más evidentes aquí sean Caifanes y Soda Stereo, pero también Zoé e incluso Juan Gabriel. A nivel lírico, hay algunas imágenes medio interesantes (“Mi cuarto es un abismo” en “Dispara”; “Te siento en objetos que sé que no sentirán / Que estuvieron vivos porque tú fuiste su hogar” en “La casa que cae”). Y también algunas rimas ramplonas (repite “mundo” y “profundo” en dos canciones diferentes) y, en sonido y concepto, también apunta cosas que pueden hacer pensar en un futuro con algo de enjundia. Pero, de momento, La Texana es solo un producto de juventud, un tanto ombliguista, que no aporta gran cosa al panorama general del pop en castellano. ∎