Es comprensible que, quien haya descubierto a La URSS a través de sus dos álbumes en Humo Internacional (el que nos ocupa y el anterior, “Nuevo Testamento”, de 2018), los relacione automáticamente con otras bandas de punk distópico y combativo como Biznaga y Futuro Terror, o con los grupos que integraban el informe Nueva oscuridad que elaboré para esta misma revista. Pero también sería incierto e injusto, ya que el cuarteto con base principal en Granada lleva en activo y autogestionándose desde mucho antes que todos ellos. Desde 2006, en concreto.
Su gran baza en todos estos años ha sido el directo, con su vocalista Áfrico al frente, revelándose como uno de los líderes más carismáticos y magnéticos de la escena, pero el sonido de sus discos nunca ha estado a la misma altura. Con el citado “Nuevo Testamento” eso empezó a cambiar, y mejora considerablemente en “+”, que fue grabado en los estudios La Mina de Sevilla por Raúl Pérez. En realidad, este nuevo trabajo se podría considerar una continuación mejorada del anterior, en sonido y en concepto. De hecho, el cuarto corte de “Nuevo Testamento” ya se titulaba en alusión al símbolo de la cruz, mientras que el nuevo álbum lo reinterpreta como el de sumar, tal vez para potenciar su idea de que la nueva religión es el capitalismo, la acumulación, y el culto al crecimiento y el avance. Desde este punto de vista, se puede entender como elemento coherente en el planteamiento artístico de la banda el que esta se niegue a evolucionar a nivel sonoro, o lo haya hecho muy sutilmente. Siempre han sido fieles al punk canónico de los años 80, aunque ahora tiran más hacia la oscuridad after-punk: mucho más cerca de Parálisis Permanente o de Polansky y El Ardor (ataques preventivos mediante) que de Eskorbuto, aunque la filiación granadina también puede remitir fácilmente a TNT, KGB o incluso a los Lagartija Nick de “Omega” (1997) en el arranque de “En verdad”.
Pero es en su carácter y en sus letras donde La URSS se manifiesta como una banda plenamente contemporánea. En ellas lanzan frases a modo de eslogan con las que se posicionan retratando esta sociedad del malestar en que la fe ciega en el progreso amenaza no solo con desolar más al individuo, sino incluso con la extinción. “Sin presencia, a distancia / el dolor pierde relevancia”, cantan en “A distancia”. ∎