Un año después de las aventuras brasileñas de Laetitia Sadier con Modern Cosmology –“What Will You Grow Now?” (2023)–, siete años desde su disco como Source Ensemble –“Finding Me Finding You” (2017)–, diez del último en solitario fetén –“Something Shines” (2014)–, Monade en el pretérito perfecto, una última colaboración con Little Tornados que ya queda en 2018 y Stereolab cumpliendo solo en vivo, el hoy queda representado por un single junto a Storefront Church –“La langue bleue”– y el brillantísimo nuevo álbum de Sadier, “Rooting For Love”. El mejor de su autora. Resistencia con elegancia, provocación sin aspavientos, fe en lo que haces. Podríamos seguir así, en plan cursi, pero mejor ir al grano. Sadier invoca las civilizaciones traumatizadas de la Tierra e insta a superar los incontables milenios de sufrimiento y alienación. Bien, pero ¿cómo? Parece que la fuerza transformadora ahora es el amor cósmico-sistémico. Vamos, que hay más formas de amor que el de “She Loves You”. Lo dice la autora del proyectil marxista “Ping Pong” y algún arma de asalto nihilista con Stereolab.
Pero Sadier sigue siendo Sadier. Su contralto glacial es tan inconfundible como la forma de frasear separando las palabras. Las dinámicas clásicas siguen ahí, el fuerte cromatismo y los cambios de tercio, el jazz, el minimalismo o la psicodelia. La suya es una versión de la chanson francesa –a menudo inglesa– adherida a un adoquín de mayo del 68 que aún sobrevuela nuestras cabezas. “Rooting For Love” no economiza ideas ni medios. Cada una de sus diez piezas esconde una sorpresa en forma de arreglo, melodía o armonía formando al mismo tiempo un todo “sinfónico” que te absorbe.
“Who + What” inaugura sigilosamente esta preciosa obra de cámara electrónica a medida que se incorporan coros masculinos, bajos circulares, guitarras progresivas, órganos que añaden un atmosférico espesor, arpegios de guitarra acústica jugando ahora con las voces femeninas, todo engarzado en maravillosos contrapuntos tejiendo las más sedosas telas sónicas. Una maravilla musical. “Une autre attente”, que le sigue, está llena de dinamismo y cinematismo. “Protéïformunité”, típico palabro de la artista –¿comunidad cambiante?–, te suspende en el aire como lo hacía “Music For The Amorphous Body Study Center” (1995), de Stereolab, yendo y viniendo, trasteando con los ritmos. En ella canta: “El objetivo es eliminar la ignorancia, interrumpir el ciclo interminable de sufrimiento”. “The Dash” es una delicia de aroma brasileño construida sobre un riff de guitarra eléctrica tan acogedor como insistente. No quieres que termine. “Don’t Forget You’re Mine” tiene la sensualidad de una samba futurista que colma el corazón.
“Panser l’inacceptable” te sigue meciendo con sus suaves ambientaciones y tampoco quieres que acabe. “The Inner Smile” continúa con oscuros cánticos que se disipan como un gas benéfico en la cámara pop de una artista internacional donde nada parece cambiar y en realidad no hace más que mejorar. No faltan los arreglos de flauta en esta música indie convertida en alto arte. “La nageuse neu” añade vibráfono y arreglos vocales tipo Laurie Anderson. ¿Qué más se le puede pedir a una canción como “New Moon”? Con ella resulta que culmina todo lo anterior. La intensidad y la sabiduría que encapsulan esta vieja canción publicada en 2021 te ponen la carne de gallina convirtiéndose automáticamente en un nuevo clásico del repertorio de la parisina. En la final “Cloud 6” confluyen Terry Riley y Philip Glass con la Sadier más hipnótica de la historia gracias a la producción y los arreglos mágicamente compartidos con el alemán Hannes Plattmeier. Y no se preocupen, que tampoco hace falta entender lo que dice la mademoiselle. ∎