El grupo valenciano
Las Víctimas Civiles era una célula durmiente desde que en 2016 lanzase su primer álbum,
“40 años de éxitos del posfranquismo español”.
Capitaneado por el poeta anarquista Héctor Arnau, gozó de cierto culto,
propiciado en gran medida por sus vinculaciones con Maria Arnal &
Marcel Bagés (que llegaron a versionar “Canción total” de aquel álbum) y
por contar entre sus filas con un buen elenco de viejos conocidos del
indie valenciano. En su nuevo EP se suma a su formación Xavi Muñoz, que
ha tocado con Laetitia Sadier y Daniel Johnston, entre otros muchos, y
que se encarga de la producción y mezclas junto con el bajista Pau
Miquel Soler.
Si su anterior largo adolecía de un exceso de afectación en su búsqueda del chiste crítico (en muchos momentos, el cabaré
crooner se confundía con la chirigota), lo mejor que se puede decir de este nuevo trabajo es que ha afinado el foco. Lo abre
“Todo el mundo lo canta”,
una especie de elogio satírico a la cocaína sobre base post-punk cuya
letra la podría haber firmado Joaquín Sabina. A La Mandrágora, sin
embargo (¡y a Brassens!), podría remitir la mucho más lograda
“En el umbral”. Ahí, la voz hiperteatral de Arnau se arroja con total vitriolo en su crítica social arrabalera:
“Maldigo
encarnizadamente mi suerte / No quiero morir entre tanto pobre / tanto
pobre anónimo / tanto pobre sin suerte / tanto pobre tatuado / tanto
pobre sin dientes / tanto pobre traicionado como yo”.
Su cita bromista final a “Blue Velvet” de Bobby Vinton se funde con
otra a “Somewhere Over The Rainbow” (Judy Garland) en la también
brillante
“Nada más feliz que esta esperanza”, medio tiempo en
forma de indie rock casi canónico y texto asolado por un malditismo
apocalíptico. Por último, el menos importante, el corte dos,
“El árbol de la ley”,
más ceñido a un folk-rock de wéstern decadentista que poco aporta a un
discurso cuya mayor virtud es su capacidad de incomodar. ∎