Lewis Delhomme, conocido por su nombre artístico Lewis OfMan, se ha convertido en un breve intervalo de tiempo en un valor consistente del pop facturado en Francia. Una proyección alcista que se ha acelerado entre la salida de un primer álbum, “Sonic Poems” (2022), compuesto durante una larga estancia en Barcelona, y el reciente, “Cristal Medium Blue” (2024), con el que se anota un seductor y fresco trabajo de reválida.
Su segundo LP es un cúmulo de experiencias vitales, que tienen su punto de ignición en una ruptura sentimental en 2022 y en un viaje de recomposición a Grecia. En lo musical seduce de inmediato con un ánimo despreocupado y festivo, una amplitud referencial y una desenvoltura innata para dar con las teclas instrumentales que derritan las mallas defensivas.
Abre la caja un “Frisco Blues” en el que hace una pequeña reverencia a la sampledelia imaginativa de The Avalanches antes de dar encaje a un synthpop melancólico propio de MGMT. En “Get Fly (I Wanna)”, por ejemplo, el multinstrumentista francés tramita un pasaporte con estampas de bugalú, pop latino y funk libidinoso, acompañadas por percusiones y guitarras que, por momentos, remiten a Santana. Gabriela Richardson le añade un barniz juguetón y sexi con su voz. Su desvergonzado desplante a la fijeza genérica lo lleva en el siguiente tema, “Come And Gone”, a marcarse un dueto de brillantina jazz y funk con Alaska Reid evocando el calor sensual de las vocalistas pretéritas. Su radar multigénero asume otro imprevisible giro en “Caballero”, como si Las Grecas en modo eurodance fueran intervenidas por DJ Shadow. Un tema que bien podría formar parte de un futuro Director’s Cut de “Kill Bill” (Quentin Tarantino, 2003-2004).
Ese desvergonzado y contagioso avance por refinerías pop de distintas latitudes y tiempos históricos conlleva también su propia poliglotía. Lewis y sus colaboradoras vocales saltan sin remilgos, aunque la lengua oficial sea el idioma de Shakespeare, del inglés al español, al francés o al portugués.
De nuevo abre la puerta al rock psicodélico más llameante y recargado, y a melodías silbadas propias del spaghetti wéstern, en el tema que cede su nombre al álbum. Cuando no invoca el pop francés lúbrico de décadas más atrevidas en “Miles Away”. “Hey Lou” fusila en su primer tramo el “Dream Baby Dream” de Suicide para renacer como una irresistible golosina de pop electrónico de ritmo ascendente y con la propulsión sideral que le aporta la interpretación vocal de Camille Jansen. La incorporación de Empress Of en “Highway”, de nuevo con revestimientos de rock setentero y brisas de city pop, se salda como otra pegajosa composición; otro enlace creativo propicio.
Sin inventar nada, hay poco que reprochar al polifacético músico en su elaboración de este collage pop espirituoso, capaz de aunar tan distintos imaginarios pop. Su naturalidad y facilidad para la melodía, unido a su desvergonzada amplitud de miras, lo convierten en un espécimen difícil de batir en el actual marco del pop sintético con membrete galo. ∎