Disco destacado

Lonnie Holley

TonkyJagjaguwar-Popstock!, 2025

Tras la sorpresa que para muchos supuso “Oh Me Oh My” (2023), audaz propuesta de un artista multidisciplinar afroamericano de entonces 73 años, adentrarse en “Tonky” supone el regreso a un peculiar mundo, ajeno al paso del tiempo. Como para que no olvidemos de quién se trata y de dónde viene, abre el álbum con una nuevo recuerdo a su escalofriante experiencia en la Alabama Industrial School For Negro Children, tras el impacto que causó descubriéndonosla en “Mount Meigs” de su anterior trabajo. Esta vez deja fluir sin ira su spoken word durante 9 minutos sobre una hipnótica capa de sintetizadores y cuerdas con ritmo de creciente intensidad bajo el título de “Seeds”.

Al mando de la producción y como músico mano derecha repite el experimentado Jacknife Lee, y de nuevo, ambos cuentan con colaboraciones de relumbrón en buena parte de los cortes del disco. La arpista Mary Lattimore acentúa el aire ensoñador de la breve “Life”. Dando un paso más en su camino hacia una mayor accesibilidad, se atreve con un número de seductor disco soul con estructura pop y un pegadizo estribillo, “Protest With Love”, que bien podría haber firmado un Womack, sea Bobby o su hermano Cecil (de Womack & Womack). En “The Burden (I Turned Nothing Into Something)” es la clarinetista Angel Bat Dawid la que insufla espíritu a la disertación cargada de amor, generosidad y esperanza, los temas sobre los que orbita el discurso de Lonnie, sin olvidar su pasado. No en vano, “Tonky” fue su mote de niñez en una especie de burdel musical (honky-tonk en el argot de su tierra) que regentaba una de las familias que lo crio.

Artista sin red.
Artista sin red.

Escuchando el encaje natural y sin estridencias entre clásicos instrumentos, samplers, teclados y ritmos electrónicos, cuesta creer que, como él mismo cuenta, grabe su voz a la primera y se niegue a repetir tomas y pulir imperfecciones. Y quizá esa inmediatez y su cálido tono sean su robusta toma de tierra, incluso cuando el futurista beat electrónico vertebra una pieza, “Kings In The Jungle, Slaves In The Field”, homenaje al origen de sus ancestros, que con la voz y los músicos de Tom Waits hubiera sonado a arcana danza hechicera. Como en anteriores trabajos, sigue alternando esas oraciones ambient más etéreas como “Strenght Of A Song”, en compañía de Alabaster DePlume, o “Did I Do Enough?”, con la cantante Jesca Hoop, con temas más amenazadores como “I Looked Over My Shoulder” –con rapeado del ilustre billy woods– que no hubiera desentonado en el “Mezzanine” (1998) de Massive Attack. A su edad, Lonnie no está para falsa modestia y, aunque humilde, se permite cierta orgullosa ironía con “That’s Not Art, That’s Not Music”, frase que habrá escuchado en muchas ocasiones dado su arte para la escultura a partir de objetos encontrados y su zigzagueante trapecismo sonoro sin red.

Por último, dos guiños en forma de título a dos grandes de su estirpe: “What’s Going On?” y “A Change Is Gonna Come”. Si bien ninguna de ellas tiene nada que ver con las originales de Marvin Gaye y Sam Cooke, trata de moldear su mensaje a su medida. En la primera, siguiendo el pálpito del oscuro y primitivo ritmo similar al que inspiró al actualmente despistado Kanye West su “Black Skinhead”. En la última, la épica de su esperanzador mensaje al conjunto de la humanidad va emergiendo con la crecida orquestal y los elevadores coros góspel. Si esto no es arte y esto no es música, yo soy una bicicleta. ∎


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