Madi Diaz lleva ya casi dos décadas exhibiendo una voz dolorosamente transparente y una pasión por la melodía a prueba de rupturas, pero no fue hasta su fichaje por Anti en 2021 cuando el mundo pareció escucharla con atención. Había motivo, por otro lado: en estos últimos cuatro años ha publicado sus mejores discos, “History Of A Feeling” (2021), aquel “Weird Faith” (2024) con repertorio casi propio de un “greatest hits” y, ahora, “Fatal Optimist”, que no representa su intento definitivo de saltar al estrellato mainstream sino un inesperado repliegue básico e intimista.
La culpa la tuvo una nueva separación, una especialmente seria. Diaz tenía pensado casarse con esa persona. En lugar de pensar en las ligas mayores, en conquistar definitivamente los firmamentos folk o pop, la cantante y compositora se puso en clave menor para tratar de procesar las emociones ligadas a ese nuevo golpe de la vida. Se buscó una isla de soledad y se entregó a un período de introspección del que emergió, por suerte, más entera. Y con otro puñado de canciones imposibles de escuchar sin sentir alguna clase de crujido por dentro.
Coproducido por Gabe Wax (Soccer Mommy, Miya Folick), “Fatal Optimist” es un álbum espectacularmente íntimo, una oportunidad de estar cerca, muy cerca de Diaz durante su intento de convertir ese dolor infinito en arte perdurable. Básicamente, lo que suena es su voz y su guitarra acústica, aunque a veces asoma un bajo, un piano, una ligera percusión, una pandereta o una guitarra barítono. Oímos esos mimbres con tanto detalle que pueden emerger recuerdos del folk ultra-HD del revelador “Sprained Ankle”, el debut de Julien Baker de 2015. Es un sonido cálido, táctil, físico, alejado por completo de los vicios depurativos de la superproducción.
A nivel de letras, el disco recorre (aunque no de manera lineal) las etapas del fin del amor. Arranca in medias res, en mitad del declive, con una “Hope Less” que no cuesta imaginar como hit uptempo, pero que tiene aires de himno slowcore. “Tú quieres que quiera menos / Y yo quería necesitar menos (...) Espero poder esperar menos / Esperar menos”: toca llorar desde la primera canción. En “Ambivalence” se pregunta si unas migajas de afecto nos pueden saciar. Por supuesto, no es la dieta ideal. “Feel Something” la muestra luchando por buscar un resquicio de conexión en una relación por la que no se puede hacer nada. “¿Es realmente tan malo tapar todo lo triste y ser una buena mentirosa?”, se pregunta en la oda al autoengaño “Good Liar”. Suerte que, como señala en “Heavy Metal”, de espléndido estribillo en dos partes, su corazón está hecho de metal pesado. Y que es una optimista casi temeraria, como recuerda en ese corte final titular sobre las ventajas de la memoria selectiva, en el que se deja impulsar hacia arriba, ahora sí, por coros, sintetizador e incluso una dinámica batería. Entra luz por la ventana, se acaba el monocromo, todo vuelve a empezar. ∎