No ha sido la suya una trayectoria muy larga. Poco más de cuatro años, los que han pasado desde su EP de debut, “Pren-t’ho amb calma” (2019). Pero el cuarteto (quinteto en los últimos tiempos) de Igualada puede presumir de haber sedimentado uno de los cancioneros más versátiles e imaginativos de una hornada que ha hecho del pop liviano y evanescente, con ligeros tintes psicodélicos, toda una escuela. Un sonido y una lírica muy asociados a estos últimos cinco años, de cuyas claves empiezan a desmarcarse sus principales inspiradores (El Petit de Cal Eril y Ferran Palau), inquietos como son por naturaleza. Es lo que ocurre cuando la aversión por el estancamiento y la fugacidad propia de esta era de estímulos parpadeantes se dan la mano. En cualquier caso: Marialluïsa lo dejan con seis canciones –cuatro de ellas son los singles que han ido publicando en el último año y medio–, y con ellas sustentan una gran despedida por lo que tienen de dinámicas mutantes, producciones distintas, desarrollos impredecibles y texturas cautivadoras. Cada una de ellas tiene un productor distinto. Cada una habita su propio universo. Y casi todas devienen en una coda final, una adenda inesperada.
La ingrávida e inédita “Senzilla, la vida?”, por ejemplo, remite a un final acelerado a lo Phoenix/Strokes que no por eso incurre en lo tópico. Ahí está Joan Pons para transferirle su clase. “Feel Free” cambia de tercio a ritmo de jangle pop traqueteante, entre The Feelies o cualquier otro legatario más firme de The Velvet Underground, con un mesmerizante crescendo final que la deja en lo más alto antes de rescatar su estribillo. La produce Ildefons Alonso. “7 de novembre de 2022”, con Jordi Casadesús, se inscribe en esa estela de pop acuoso tras la senda de Mac DeMarco (Boogarins, nuestros Vera Fauna) y desemboca en una preciosa coda. Su versión más austera llega con “Dies de preguntes”, quizá el momento más experimental, supervisado por Santi Careta, perfilada con tacto acústico y rítmica también impredecible, en una tesitura que me recuerda bastante a lo último de Blake Mills. El pop fulgurante irrumpe de nuevo con “Les nits sense dormir”, la más instantáneamente contagiosa de este lote, con Dani Ferrer (Love Of Lesbian) a los controles. Y la añeja “Viliella”, folk pop arrastrado y polvoriento con tintes lisérgicos, recuperada de sus primeras maquetas, pone el broche a una trayectoria impecable. ∎