Álbum

Martín Puig

Tempesta llapis i farMont Ventoux, 2023

Aquí hay talento, versatilidad, frescura, madurez (no es contradictorio) y concisión. ¿Se le puede pedir algo más a un álbum de debut? Martín Puig tiene 28 años, es –bueno, él y toda su familia– del barcelonés barrio de Gràcia (el Heliogàbal tiene pocos secretos para él) y necesitaba tomar impulso en solitario porque su rol en bandas como Vecinos no le permitía expresar todo lo que tenía dentro. Ha valido la pena la apuesta, tal y como ya apuntaban el single “Llamps i trons” (2021) y el autoeditado EP “La taula del racó” (2021). En alguna entrevista ha dicho que lo suyo bascula entre el pop de dormitorio y el indie pop, incluso afirma ser fan de Cala Vento, Carolina Durante, Arctic Monkeys o Él Mató A Un Policía Motorizado, pero uno cree rastrear en estas diez canciones (en solo 25 minutos) algunos nutrientes adicionales que revelan algunos matices más.

La acústica “4 parets” tiene algo del envés sigiloso de Neil Young, con gotitas de humor: esa referencia a una Barça TV que sintoniza en silencio como guiño a su abuelo perico. “Les 12 van tocant” puede sonar un poco (o quizá un mucho) a Pau Vallvé, pero luego “Tempesta llapis i far” (así, escrito sin coma, con la celeridad de sus canciones, que son fogonazos) estalla como una radiante melodía pop que acaba entre brumas, coronada por una de esas codas que tienen la patente de Johnny Marr cuando estaba en The Smiths antes de que cientos de grupos de todo el planeta las emularan.

“Foscor amiga” combina exquisitos rasgueos de guitarra con una interpretación vocal arrastrada pero tremendamente resultona, logrando –es uno de sus mejores activos– que sus sombríos textos nunca suenen apesadumbrados, sino teñidos de una esperanzada melancolía: me los imagino en cualquier playlist para alegrar un fin de semana. Cuando llega la taciturna “Ja no depèn de mi” ya estás convencido de estar ante una voz muy propia, pero aún queda más: tanto “Mai será veritat” como “Un dia acaba” tuercen el guion para sonar al jangle pop de The Drums sin copiar a carboncillo. “10 nits de matinada”, que es como el reverso de la inaugural “10 nits” pero sin sus sintes ni su desarrollo final, abrocha un repertorio ilusionante, que invita a seguirle la pista. ∎

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