La historia es harto conocida, pero volvamos sobre ella: los Rolling Stones graban “Gimme Shelter” en un estudio de Los Ángeles en noviembre de 1969, alguien sugiere que una voz femenina es justo lo que le falta al estribillo, y en solo tres tomas Merry Clayton (Louisiana, 1948), recién levantada de la cama y embarazadísima de casi nueve meses, lo borda. Ya saben: “Rape, murder, it’s just a shot away” y una voz haciéndose añicos; un quejido como salido de lo más profundo del alma que, más de medio siglo después, sigue poniendo los pelos de punta. ¿Y luego? Más coros, el fichaje por Ode Records, una breve e irregular carrera en solitario casi siempre fuera de radar, el repunte de popularidad gracias al oscarizado documental “A 20 pasos de la fama” (2013)...
Y, de pronto, “Beautiful Scars”. Un disco que no estaba en el guion del año ni, probablemente, de la década. El primer álbum de Clayton desde “Miracles” (1994) y también el primero que graba desde que, tras un accidente de coche en 2014, le tuvieron que amputar las dos piernas. Hablar de resiliencia es quedarse ridículamente corto. “Me han noqueado y pateado, pero la fe me trajo de vuelta y aquí sigo”, canta Clayton en “Beautiful Scars”, canción compuesta por Diane Warren que ejerce de centro de gravedad de un emocionante y a ratos sobrecogedor disco repleto de góspel redentor, mensajes entre líneas y preciosos homenajes.
Ahí está, por ejemplo, la inaugural “A Song For You”, canción de Leon Russell que Clayton ya grabó en los setenta junto a su marido, el saxofonista Curtis Amy, y que renace aquí en clave espiritual y con el solo de saxo trasplantado de una grabación a otra. O la sentida “Love Is A Mighty River”, canción compuesta por Chris Martin y que se diría viene a cerrar el círculo tras la colaboración de la cantante con Coldplay en “A Head Full Of Dreams” (2015).