Álbum

Michael Kiwanuka

Small ChangesPolydor-Universal, 2024

La música negra tuvo sus épocas doradas entre las décadas de los cincuenta y de los setenta, pero ha seguido su curso, evolucionando, generando nuevos híbridos, fusiones, y aportando nuevos compositores y grandes intérpretes. Una de esas grandes voces que nos ha regalado el siglo XXI es la del británico Michael Kiwanuka: un valor infalible, sin ninguna duda. Heredero de la sedosidad de Curtis Mayfield, de la luminosidad de Marvin Gaye, que además se adentra con maestría en el terreno de la intimidad, de las grandes canciones, los arreglos exquisitos y la trascendencia. Poca broma todo esto que enuncio.

“Small Changes” aporta eso, pequeños cambios a un cancionero que ya va por su cuarto álbum de larga duración y que, sin gran revuelo, imprime pausa y reflexión, a modo de espejo musical de los tiempos. Algo que nos permite mirar y encontrarnos con nuestra esencia y dialogar con unas canciones que quieren hacerse un hueco en tu alma, porque aquí el asunto también discurre por ese camino espiritual, silencioso, con alma de blues y góspel.

“Kiwanuka” (2019) fue un álbum de corte más festivo, con mayor pulso, con una buena dosis de energía. En “Small Changes” hay más espacio para los medios tiempos que nos llevan a un lugar de mayor regocijo personal o de contemplación. Pero también de mayor compromiso con uno mismo, con sus actos, con lo que nos rodea.

Y es que son esas pequeñas cosas las que nos transforman. Las guitarras suenan a veces ásperas, pero conforman melodías escondidas de un alma en plena búsqueda, los teclados apuntalan, matizan, enriquecen, y las cuerdas aportan color, colman una escucha que se convierte en un deleite.

“Floating Parade” abre el disco y es puro Mayfield, con esos coros y esas voces en falsete que inundan la atmósfera. En “One And Only” hay mucho de historias vividas, de rencuentro y de seguir adelante. “Rebel Soul” transmite una energía que nos depura, que nos limpia, esa esencia de la libertad, de seguir tus convicciones a pesar de los fracasos, de los errores. Teclados y cuerdas afilan ese sentimiento.

En la dupla de “Lowdown” con sus dos partes reside quizá el mayor tesoro de este álbum que conquista la grandeza de las pequeñas canciones que crecen en intensidad, pulso y esencia. Algo así como saberse que caes, que pierdes el pulso y aun así envalentonarse, recuperarse frente a esos obstáculos.

En “Follow Your Dreams” reside ese espíritu de no rendirse, y de la magia coral, de la canción envolvente. Para luego apuntar lo que importa, “Live For Your Love”, e indagar en esas melodías que nos alimentan, que conducen nuestras vidas, sin más misterio que su recorrido. La levedad de “Stay By My Side” en ese tiempo sosegado, en ese acorde con delay, ejerce de compañero de fatigas. Efectos envolventes de teclados, guitarras rugosas, más coros que acompañan. Kiwanuka consigue que el disco te acompañe en el tiempo y en su transcurso, es como ese amigo que aunque le veas poco sabes que siempre va a estar ahí si lo necesitas. “The Rest Of Me” es el diamante del disco, que resplandece en su desnudez inicial, y se adentra por lugares emocionantes. Y “Four Long Years” es una balada magistral que te atrapa de sopetón, de esas redentoras, que te exculpan de tus errores, de tus desengaños. Un cierre maestro para un disco que parece menos de lo que realmente es. Porque lo que es se supera con cada canción, con el concepto global que rodea el álbum. Supone un nuevo redescubrimiento de un artista mayor. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados