La nota de prensa del cuarto álbum de Modern Studies afirma algo así como que los escoceses hacen música transversal y de sustancia para estos tiempos modernos. Lo último no ha de entenderse en términos “historicistas”, sino genéricos de “novedad”, porque hace mucho tiempo que pasamos de lo moderno a lo posmoderno, y de esto a algo que soy incapaz de definir, pero que responde a su propio paradigma estético y que, sin temor a equivocarnos, cuenta con la transversalidad. Es la “sustancia” como ingrediente diferenciador lo que nos preocupa, si ello implica parecerse necesariamente a los Fairport Convention de Sandy Denny. En el caso de Modern Studies sería una injusticia y un error.
Si “sustancia” es meramente tradición, entonces Modern Studies podrían percibirse como la auténtica fabada del pop escocés. Solo que los multinstrumentistas Emily Scott, Rob St. John y compañía consiguen que su receta no solo no empache, sino que contenga elementos de algo, es verdad, repertorialmente decantado, pero que no pretende ser una imitación, sino algo en rico diálogo con el presente. Tampoco hablamos de la manida y peligrosa “deconstrucción”. No hay de qué preocuparse: las canciones de “We Are There” conservan una estructura convencional que las hace perfectamente entendibles para el oído veterano, pero atractivas para quienes gusten de una heterodoxia que no acoge el mal gusto.
Yendo al grano, la central “Wild Ocean” es una canción que saluda a esa convencionalidad estilística cuya magia bebe de la melancolía oceánica que sugiere su título, de algo mítico que tiene que ver con los ciclos y las mareas, de eso que retorna de vez en cuando y que parece eterno. Su esquema “estribillo-estrofa-salida”, su sonoridad enraizada en el acid folk, su trenzado vocal entre Scott –cuyo timbre remite al de Mimi Parker, la voz femenina de Low– y St. John –principales fuerzas creativas del grupo–, su poética construcción lírica, dicen que con una alta dosis de improvisación en estudio. Modern Studies han dado con su propia fórmula de canción de cámara con suficientes elementos de banda de pop actual –escuchen las dinámicas, electricidades y torsiones de “Won’t Be Long”– como para evitar el esteticismo superferolítico de proyecto avant-garde, pero alejándose al tiempo de lo vulgar.
Aunque suene a tópico, me atrevo a decir que “We Are There” no es solamente el mejor disco del cuarteto escocés, sino uno de esos trabajos que se intuyen difíciles de superar. Su fuerte es la canción cíclica y soñadora, pero bien constituida y con materiales de calidad, como los habituales arreglos de cuerda de Modern Studies –que suenan a orquesta completa y que remiten contenidamente a Tindersticks–, elementos de jazz, de pop-rock y de funk psicodélico –como el de la vocacionalmente instrumental “Do You Wanna”, otro de los cortes triunfales del álbum, su arpegiado “Riders On The Storm” (The Doors)–, armonías vocales a tres entradas, entre la luz melodiosa de Carpenters y las penumbras de Trees, una cohesión como banda que se percibe en cada rincón de un álbum con indiscutible inventiva sonora y gran carga emocional. “Winter Springs”, su paradójico colofón, el “Northern Sky” (Nick Drake) del siglo XXI y telúrica tarjeta de despedida, es, en realidad, una invitación a sumergirnos de nuevo en él. ∎