La banda escocesa Mogwai lleva años adecuando su música a la métrica cinematográfica y televisiva, generalmente con temas más breves que no permiten los crescendos y murallas de sonido que durante tanto tiempo ha caracterizado su post-rock espacial. La banda sonora para la primera temporada de “Black Bird”, true crime carcelario creado por Dennis Lehane para Apple TV+, es la tercera que componen en los últimos cuatro años, precedida de los scores para “KIN” (Jonathan y Josh Baker, 2018), un largometraje de ciencia ficción y aventuras, y “ZeroZeroZero” (Leonardo Fasoli y Stefano Sollima, 2020), serie italiana sobre el negocio de la droga que adapta una de las novelas de Roberto Saviano. Pero ya antes participaron en las bandas sonoras del documental “Before The Flood” (Fisher Stevens, 2016) –junto a Trent Reznor, Atticus Ross y Gustavo Santaolalla– y del filme “La fuente de la vida” (Darren Aronofsky, 2006) –con Clint Mansell y Kronos Quartet–, y firmaron en solitario la música del excelente “Zidane” (Douglas Gordon y Philippe Parreno, 2006) y la de la serie francesa “Les revenants” (Fabrice Gobert, 2012-2015), de modo que su bagaje en este terreno ya es suficientemente considerable.
Más atmosférica que otra cosa, la música de “Black Bird” tiene melodías a punto de romperse, como en “He Fed On Me” o “Fields Are Everywhere”, un mayor trabajo de teclados ambientales que de guitarras-mantra y el predominio de temas en susurro que hacen más enigmático el espacio donde acontece la acción, la cárcel de máxima seguridad donde una antigua estrella del futbol estudiantil americano, procesado por narcotráfico, debe conseguir la confesión de un asesino en serie a cambio de la conmutación de su condena. Los susurros electrónicos duran más o menos la mitad de la banda sonora, pues a partir del corte titulado “I Like Vans”, la música se endurece un poco. Pero suena a espejismo: menos vehemente y sanguínea que otros relatos urdidos por el autor de “Mystic River”, novela de 2001 llevada al cine por Clint Eastwood en 2003, momento en el que Lehane empezó a ser uno de los autores más conocidos de la renovada literatura policial bostoniana, “Black Bird” (miniserie de seis episodios estrenada aquí el pasado 8 de julio como “Encerrado con el diablo”) se asemeja a una pieza de cámara, al estudio de dos personalidades fuertes y opuestas, y el trabajo de Mogwai está en lógica consonancia con ello.
La melodía que se repite y crece aparece en “What If”, una de las pocas composiciones con batería monolítica y desborde final de guitarras eléctricas, y hay una tensión ambiental que puede rasgarse en varios pasajes de “Searching” y “Father Son Time”, ideales para ilustrar la colisión entre los dos personajes principales. Y cuando ya es imposible mantener el temple (musical), ya que se trata de ponerle sonido a un motín carcelario, Mogwai quita el freno de mano en “Riot” para después apelar a una hipnótica electrónica ochentera con “Clean Up Grew”, la calma (la limpieza) después de los disturbios. La serie, y su música, inician la despedida con paisajes que recuerdan a los Portishead más sosegados, caso de “Bad Things”, y ese medio tiempo ingrávido característico de Mogwai, comprimido en los repliegues de “Not You Too”. ∎