Álbum

Moor Mother

The Great BailoutAnti-[PIAS] Ibero América, 2024

Siguiendo la estela de obras anteriores como “Circuit City” (2020), compuesta como parte integral de una pieza teatral afrofuturista de marcado carácter sociopolítico sobre la desigualdad y el racismo institucional en el sector de la vivienda, el nuevo ofrecimiento de Moor Mother, alias de Camae Ayewa, es un artefacto donde se establece una tensión premeditada entre lo conceptual y lo estrictamente musical, razón por la cual no debería ser entendido ni digerido como mero “álbum”. Sería más justo definirlo como una indagación artística sobre una problemática en extremo compleja, que en una realidad alternativa bien podría existir como instalación en un espacio museístico. Si bien contiene fragmentos musicales de creatividad y rigor indiscutibles, la crucial preocupación por el apartado lírico y el tratamiento del ámbito sonoro lo convierten en una propuesta que exige la total atención del oyente.

“The Great Bailout” es un crudo ejercicio de digestión de un trauma largamente silenciado: las realidades y consecuencias del colonialismo británico. Se basa en un claro esfuerzo de investigación histórica y su transformación visceral en una especie de memoria colectiva sonorizada. Esto último es clave para alejar el producto final de una tediosa disertación escolástica sobre las falsedades del libre comercio decimonónico y los males del imperialismo, cual resumen musicado de los escritos de Rosa Luxemburgo o Nikolái Bujarin. Nada de eso: ya desde el primer corte –“GUILTY”, letárgica exploración electroacústica de cuerdas mantenidas, arpa afilada y voces salidas de ultratumba, donde la voz crooner de Lonnie Holley se lamenta por la sangre que derramó el capitalismo inglés– resulta evidente el marcado interés por evitar el puro intelectualismo y convertir esos hechos históricos y tragedias humanas en algo emocionalmente palpable y reverberante.

Todas las pistas cuentan con colaboradores y productores distintos, lo que aporta al proyecto una frescura que se renueva constantemente sin desviarse demasiado de la tonalidad especificada; del mismo modo, la dimensión melódica reluce en la medida justa, quedando siempre supeditada a la sensibilidad atmosférica. Desde luego, algunas composiciones son de más fácil asimilación: por ejemplo, “ALL THE MONEY” –tema de ambiente industrial marcado por el nervioso piano de Vijay Iyer, donde se enumeran todas las inversiones económicas en construcciones e infraestructuras públicas londinenses que se lograron a base de abusos coloniales– o “GOD SAVE THE QUEEN” –crítica sardónica a la ideología monárquica alzada sobre espaciosos beats minimalistas y la discursiva trompeta de Ambrose Akinmusire– incluso podrían acercarse a algo convencional. Otras pistas, sin embargo, se lanzan más plenamente a un experimentalismo que podría atragantarse: la electrónica “LIVERPOOL WINS”, en la que Aaron Dilloway configura un sistema de loops y feedback; “COMPENSATED EMANCIPATION”, mezcla de cantos espirituales negros desvariados y droneos cortesía de C. Spencer Yeh; o “DEATH BY LONGITUDE”, laboratorio de ruidismo borroso y susurros ominosos firmado por Maja S.K. Ratkje. Estas últimas son piezas de regusto tétrico que abordan más directamente el comercio esclavista y la demencial compensación de millones de libras que recibieron tantísimos empresarios industriales y burgueses británicos por parte de su gobierno cuando se anunció la emancipación de los esclavos. A modo de culminación, la monumental pero extrañamente airosa “SOUTH SEA” introduce un tardío elemento jazzístico con los paseos vanguardistas al clarinete de Angel Bat Dawid.

A lo largo del laberíntico periplo, cuyas principales constantes son la siempre presente confrontación vocal serpenteante de Ayewa y los cánticos o ululaciones espectrales que aparecen y se desvanecen, la condenación y la catarsis trascienden –ya sea de forma abierta o tácita– la mera esclavitud de los ancestros, y examinan también fenómenos circundantes igualmente complejos (la destrucción de soberanías y economías locales, la salvaje extracción de plusvalía, el mito de la “misión civilizadora” y el “progreso” como excusa para la explotación en territorios periféricos, el ostracismo y la violencia social que sufrieron las gentes de otro color en las mismas Islas Británicas, etc.). Debido a su densidad sonora y pesadez lingüística y conceptual, “The Great Bailout” es una obra incompatible con escuchas desenfocadas, de un modo no en exceso disimilar a los trabajos de otras artistas contemporáneas como Matana Roberts. Requiere paciencia, predisposición y, si bien en ocasiones pudiera resultar reiterativa, abrasiva o estructuralmente difusa, se fundamenta en una visión artística expertamente planteada y de ejecución deliberadamente rigurosa. ∎

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