Álbum

Murder By Death

Egg & DartTent Show, 2025

Posiblemente nombres tan dispares como John Mellencamp, The Jackson 5 o The Ataris nos enseñaron a marcar Indiana en el mapa de Estados Unidos. Pero para algunos, han sido Murder By Death quienes nos han hecho quedarnos allí, para ubicar una voz, la de Adam Turla, con su barítono de whisky sin hielo, y un chelo, el de Sarah Balliet, que explota en llamas en cada verso. Juntos han sido, durante veinticinco años, el centro de gravedad de esta banda inclasificable. Un binomio inquebrantable. Con el disco “Egg & Dart”, cierran su historia y aceptan con belleza su despedida.

Turla lo dijo claro: querían irse con la cabeza bien alta, y lo han hecho con una producción de Kevin Ratterman más pulida, pero con toda la vida dentro. Es un álbum que recorre los mismos paisajes que “Red Of Tooth And Claw” (2008), pero desde otro lugar: ya no hay que galopar, basta con caminar sabiendo lo vivido. Desde “Like The Exorcist, But More Breakdancing” (2002), cuando aún eran un grupo universitario de Bloomington, Murder By Death trazaron un camino propio. Con “Who Will Survive And What Will Be Left Of Them?” (2003) se atrevieron con una guerra en clave fronteriza. Discos como “Bitter Drink, Bitter Moon” (2012), “The Other Shore” (2018) o Spell/Bound (2022) ampliaron el mapa sin perder gravedad. Ahora “Egg & Dart” es toda una elegía grabada en los márgenes, con el pulso tranquilo y las cosas en su sitio.

Todo arranca con Searcher, una canción que se abre como una herida antigua. “I used to be a fortress”, canta Turla, “you plied me with kindness, marched through my gates”, y a partir de ahí, se rinde al fuego que la transforma. La progresión es lenta y comedida. Desde el primer tema sabes que estás en casa. Pocos grupos te dan esa certeza tan rápido. Le sigue “Believe”, probablemente una de las mejores pistas del disco. Un cántico a la redención, el equilibrio y la ternura en un mundo que quiebra con quien quiere caminar recto. “I wanna believe there’s some good in everyone”, repite, moviéndose entre la culpa y el deseo de encontrar algo que todavía pueda salvarlo. Wandering recoge ese estado de intemperie emocional y lo convierte en crónica: tiendas, olores, árboles y escenas cotidianas que ahora parecen postales. Murder By Death en estado puro. Dan ganas de cantarla con los colegas abrazados encima de una barra y la jarra medio llena.

“Sorry” es una despedida que pone las cartas sobre la mesa. Lanza “I can only give you half my heart” con una frialdad que desmonta cualquier intento de consuelo. Lagrimita al canto. Le sigue “Ick”, una de las piezas más fantasmales, con elementos de cuerdas que arrastran todos estos sentimientos ya podridos. “I don’t want this ick to stick to you” , asevera, convirtiendo la rima en una muletilla sagrada. “Letter To The Editor”, en cambio, recupera algo de esa verborrea sentimental de sus mejores épocas: una carta no enviada pero cargada de pólvora. Con las cuerdas entrando con líneas breves, un beat firme y una batería muy clara, tienes casi la sensación de tropezarte con una máquina de escribir.

Y luego llega “Lose You”, uno de los sencillos que ya mostró la banda, con cierto aire a The Cure. Apalea una música más bailable a la par que nostálgica. “Too many people crossed over too soon”, canta, mientras las cuerdas se estiran para impedirlo. La intensidad de este tema prepara el terreno para “So Long”, que avanza con frases que lo dejan todo claro sin necesidad de explicarlo: un corazón como una pesa rusa, una sombra en el asiento trasero, un encuentro bajo el paso elevado. Tiene ese sonido arenoso y unas cuerdas más oscuras, como el de una marcha lenta hacia algo que no termina por explotar. “No Matter Now recoge todos esos elementos y los lanza como si fueran objetos de una habitación. La voz de Turla adopta un nuevo matiz, más spoken croon, muy cercano al registro que usa Nick Cave cuando se pone narrador fatalista.

Y cuando parece que ya no queda más que decir, aparece If. Desarmante. Una frase repetida “If I loved you, I don’t now”. Así es la realidad. Finalmente “Black Velvet Cloak” cierra el disco como una leyenda contada al borde de una hoguera: “Everything destroyed comes back again in the end”. Una forma de decir que el fin nunca es del todo el final. Final sí, punto final no.

“Egg & Dart” es una cápsula. Una recopilación de todo lo que fueron Murder By Death, lo que dijeron, lo que tocaron. Desde el lirismo conceptual hasta el drama refinado, este disco recoge lo sembrado y lo convierte en legado. Y una última vez, la voz y el chelo, dos lenguajes que aprendimos a querer juntos. Y si este es de verdad el final, qué alegría que haya sonado así. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados