Álbum

Nacho Vegas

Canciones inexplicables 2001-2009Limbo Starr, 2023

No es la primera vez que el sello Limbo Starr entrega un recopilatorio de Nacho Vegas bajo el título “Canciones inexplicables”. Esta pequeña saga de compendios nació en 2007 para dar cuartel a la creciente nómina de fans que el asturiano tenía en México, con una primera entrega –Canciones Inexplicables 2001-2005”– que se presentó tanto en formato sencillo como doble. Al año siguiente llegó a nuestras tiendas una nueva edición del mismo –“Canciones inexplicables 2001-2007”, en doble CD– incluyendo comentarios sobre cada canción escritos por el propio Vegas. Y poco antes de que empezara el ciclo navideño se ha puesto en circulación la reencarnación que nos ocupa, esta “Canciones inexplicables 2001-2009” en dos vinilos que incluye un texto firmado por Paco Loco, el productor e ingeniero de sonido que grabó las 17 piezas seleccionadas para la ocasión.

El soporte, por tanto, es el cambio más reseñable de este volumen, que preserva tanto la imagen de portada original –obra de Alicia Aguilera, esta vez virada a gris verdoso– y la característica tipografía de la familia Times con que el sello madrileño quiso identificar los discos del ex Manta Ray durante su fructífero decenio de trabajo conjunto. Fueron años de inspiración desbordante traducida en álbumes para siempre –como “Actos inexplicables” (2001), el doble “Cajas de música difíciles de parar” (2003), “Desaparezca aquí” (2005) o “El manifiesto desastre” (2008)– más una aprovechable tanda de EPs –fueron recopilados en “Los hermanos pequeños” (2010)– que también se hace hueco entre las estrías del doble álbum. Abrumadora mayoría de buenas canciones, que situaron a Vegas cerca del cielo por el que orbitaban compositores del rock español contemporáneo como Fernando Alfaro o Josele Santiago.

De hecho, hay tanto repertorio fetén del que tirar que las limitaciones características del formato –se exprimen las prestaciones recomendables para el vinilo en cada una de las cuatro caras– pueden dar la errónea sensación de que el recopilatorio debería haber llegado incluso más lejos. Pero lo cierto es que esta hora y media de placentera escucha tiene tanta sustancia que puede fijar residencia en nuestro giradiscos sin demasiado esfuerzo, e instiga gozosas profundizaciones en los trabajos que la alimentan. Al contextualizar ese corpus primigenio, el asombro sigue estando garantizado. Lo de Nacho Vegas era una forma de vida alienígena que aterrizaba en un ecosistema frágil y todavía famélico –el del pop independiente hecho aquí– para desplegar nuevos planes creativos bajo una estrategia interpretativa muy diferente a la habitual, entre citas a Nick Drake y versos de Luis Cernuda, con adaptaciones de Townes Van Zandt o Leonard Cohen y guiños a Bret Easton Ellis.

Sorprendía el gijonés con esa apuesta por canciones de largo curso instrumental y abundante caudal lírico que se abrían paso por una escarpada orografía temática sin chaleco salvavidas: el suicidio de seres queridos, la imposibilidad de comunicarse entre nubes ansiolíticas, las relaciones de peso hechas añicos, la dependencia opioide, el sexo explícito en rincones de abyección variable… Muchas de las que marcaron la diferencia –“En la Sed Mortal”, “El ángel Simón”, “Seronda”, “Gang bang”, “Ocho y medio”, “Dry Martini S.A.” o “En el jardín de la duermevela”; también se rescata “Cosas que mueren bajo el sol”, uno de los temas que engrosaron el CD “21 inéditos exclusivos” (Sinedín, 2002) que acompañaba al número especial 200 de Rockdelux– las encontrarán en este recopilatorio en el que todo suma, idóneo para iniciarse en aquellos años de inventiva kamikaze y desatada. ∎

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