El flujo de buena música africana siguió emanando efusivamente en 2021 y Native Soul fue una de las sorpresas más destacadas. El joven dúo compuesto por Zakhele Mhlanga –DJ Zakes– y Kgothatso Tshabalala, de 18 y 19 años respectivamente, se viste de largo con “Teenage Dreams”, un disco de sonido pulsante y crujiente que engancha desde el minuto uno. El especiado hip hop instrumental, oscuro y bailable, rotundo y transparente que practican se denomina genéricamente amapiano, un estilo reciente y popular en Sudáfrica caracterizado por combinar elementos del deep house y sutiles ritmos tribales, así como por la ética del “hazlo tú mismo”, pero que también absorbe influencias del kwaito, el gqom y el diBacardi, o del techno y el jazz. El amapiano se origina alrededor de las grandes ciudades en la provincia de Gauteng, territorio al que pertenece Johannesburgo, capital económica y financiera del país, o la también internacionalmente conocida Pretoria, en cuya área vive esta pareja de músicos.
Native Soul no tienen ningún complejo a la hora de usar los clichés de un género basado musicalmente en la repetición electrónica sincopada, el staccato, la polirritmia y los efectos hipnóticos causados por estas técnicas de composición. El continente africano, origen de todo lo que se mueve, al menos en términos antropomórficos, sabe de lo que habla en estos menesteres. Y es precisamente madurez y absoluta naturalidad lo que transpira el primer álbum de Native Soul, del que también habría que destacar su portada aunque parezca una digresión. En ella aparece el dúo mansamente sentado en lo alto de un muro fresco y metafórico de ladrillos caravista y, frente a ellos, una sencilla silla de plástico de arrabal sobre la que reposa un sintetizador. Descaro y actitud imprescindibles para superar la claustrofobia del gueto persistente –social, económico, urbanístico, racial– a base de creación liberadora. Algo que sirve de poco sin la calidad real de este disco de afrotrónica concisa, implacable y rebosante de groove, ideal para ser escuchado con auriculares de un tirón.
Tshabalala y Mhlanga colaboran básicamente a través de internet, ocupándose el primero de la parte rítmica, mientras que Mhlanga dedica más tiempo a unos teclados –donde destaca el piano, seña de identidad del amapiano– que maneja imaginativamente y con soltura. En esa amalgama de géneros y estilos tan complicada de diseccionar –y tan secundaria–, Native Soul dejan espacio para las ambientaciones cinematográficas –“Teenage Dreams”–, el indie house de unos Happy Mondays en matrimonio convenido con Public Enemy –“The Journey”– o el acid-downtempo de temas como “Long Lasting”. El kwaito se aprecia en temas como “Way To Cairo”, mientras que cortes como “Dead Sangoma” traslucen el clásico afrohouse. Native Soul tienen el acierto de invitar a vocalistas como Tapsoul, BlaQ K o los temibles pero también jovencísimos Ubuntu Brothers, lo que aporta un elemento contextualizador a una música producida por dos centennials desprejuiciados que no han conocido el apartheid ni falta que les hace. La música no salvará el mundo, pero estaría muy bien que África tuviese la misma libertad real que estos dos chicos transmiten. ∎