Londres arde. Y lo hace agarrado a una escena musical que ha distanciado unos grados más el jazz británico del inmovilismo al que lo había asociado cierta inercia historicista. En realidad, el talibanismo más furibundo estaba equivocado: la multicultural generación de músicos británicos de jazz no solo no desdeña el pasado, sino que lo venera y redimensiona, reforzando oxigenantes alianzas con hip hop, dub, soul, reggae o afrobeat con los que, en buena parte, comparte principios y objetivos.
Junto a otros renovadores como Shabaka Hutchings, Yussef Dayes, Theon Cross, Moses Boyd, Nérija, Ezra Collective o Kokoroko, la saxofonista Nubya Garcia ha dejado claro su compromiso con ese reconstituyente e híbrido espíritu, mucho más cercano a la evolución que a la revolución y que lleva incluso en sus genes, con madre nacida en Guyana y padre en Trinidad. Y este su segundo álbum, “Odyssey”, refleja un relevante salto en su pulso creativo, después de acaparar miradas con el EP “Nubya’s 5ive” (2017) y el largo “Source” (2020), si obviamos remezclas –“Source + We Move” (2021)– y colaboraciones como “Live At Radio City Music Hall” (2023) con Khruangbin.
El inicial “Dawn” descubre sin coartadas unas cartas en las que voces femeninas –aquí la estupenda de Esperanza Spalding– vuelven a jugar un rol sustancial, al igual que ocurriera en “Source”, con textos asumidos en muchos casos por las propias cantantes: Richie Seivwright (Kokoroko) y Georgia Anne Muldrow, junto a Spalding y Garcia, a las que se suman en los coros Baby Sol, Kianja y la misma Zara McFarlane en el cierre con “Triumphance”. Pero la auténtica aportación del álbum la constituye los majestuosos arreglos de cuerdas, interpretados por una Chineke! Orchestra compuesta por músicos mayoritariamente negros y de otras etnias y presentes en la mayor parte de ocho de los doce temas del álbum a modo de empaste entre un plural recorrido que liga jazz sinfónico y post-bop con hip hop, dub o soul, saltando de la atmósfera íntima y breve del tema que bautiza el disco o “Clarity” –ambos “(Outerlude)”– a ese contundente y épico ejercicio de jazz dub que lo clausura con la mencionada “Triumphance”.
Garcia se ha vuelto a rodear aquí del grupo con el que lleva ya años grabando y girando: Joe Armon Jones al piano, Daniel Casimir al contrabajo y la batería de Sam Jones. Y la afinidad que exhiben en sus improvisaciones denota su implicación emocional en un proyecto que parece concebido desde un prisma colectivo para el que la propia líder adopta por momentos un papel secundario. Es el caso de un hermoso “Water’s Path” donde el chelo de James Douglas y las cuerdas en pizzicato acaparan el protagonismo. Eso sí, Garcia se encarga de componer toda la música, suscribir arreglos y orquestaciones, además de compartir la producción con su inseparable Kwes, como si exigiera puntualizar hasta el más mínimo detalle de esta expansiva y espléndida odisea a cuyo desarrollo aporta notables evidencias su talante su saxo tenor, secundado por la trompeta de Sheila Maurice Grey (Little Simz, Kokoroko), el trombón de Rosie Turton (Nérija) o la percusión de Jansen Santana. Más gasolina de alto octanaje para una escena londinense en incesante combustión. ∎