Reedición

Oasis

Definitely MaybeBig Brother-Sony, 2024

Justo cuando se cumplen 30 años de la publicación del primer disco de Oasis y coincidiendo con el anuncio de la esperada reunión de los Gallagher, no hay mejor momento para repasar aquel debut, convenientemente reeditado con material extra, y plantearse “¿Fue para tanto?”. Respuesta: sí.

Con este álbum y, en general, con la carrera de los mancunianos se suele cometer un error de base: cualquier análisis que tenga que ver más con lo intelectual que con lo sentimental jamás logrará captar el impacto y potencia de aquel artefacto sonoro. Impacto y potencia que no ha perdido un ápice de su poder tres décadas más tarde. El casi millón y medio de entradas despachadas para sus –ahora mismo– 19 conciertos en Reino Unido e Irlanda (podrían haber vendido el doble fácilmente) así lo atestigua. Sí, la nostalgia. Sí, el FOMO. Sí, las peleas, el morbo, las declaraciones en prensa, etc. Pero todo ello sería la nada sin unas canciones que estaban ahí desde el minuto cero de una forma pocas veces vista en la historia de la música popular de nuestro tiempo.

“Definitely Maybe” fue el arranque de la Fase Imperial de Oasis, que duró de 1994 a 1997, trienio mágico que facturó la casi totalidad de himnos clásicos de la formación y que cimentó su discurso, (est)ética y legión de fans. Esencialmente, los Oasis de 1994, cuando vio la luz su ópera prima, fueron los Oasis de siempre. No hay etapas, no hay trilogía berlinesa, no hay resurrección. Solo las canciones. Durante un tiempo fueron sensacionales y, después, dejaron de serlo.

Pero tratemos de diseccionar qué es lo que hace especial al debut de los británicos. Cuál fue el cóctel mágico que alcanzó el éxito planetario. En primer lugar, ya comentado: las melodías. Eufóricas, irresistibles, gigantescas. Estribillos que te elevan, que te hacen sentir (palabra clave) poderoso, indestructible. Estrofas que enganchan desde el primer segundo, sin tiempo que perder. Desde su aparición, se adjudicó la comparación con The Beatles. En realidad, más allá del swagger de Lennon canalizado en Liam a través de Ian Brown y algún detalle (citar “Yellow Submarine” en “Supersonic”) no hay tanto de los de Liverpool, más allá de que su mera existencia planea sobre cualquier grupo británico nacido a partir de 1963. Por el contrario, el primer sonido de Oasis es una mezcla entre Slade, Sex Pistols, algo de Crazy Horse, Teenage Fanclub y algún detalle Bowie y T. Rex. Referencias tan evidentes que se tuvieron que compartir créditos en Cigarettes & Alcohol” y las canciones posteriores “Hello” y “Whatever”. ¿Qué más da?

En “Definitely Maybe” suena todo muy alto, sobre todo las guitarras, que son las que genuinamente llevan el ritmo, tal y como afirmaba Lennon que debía ser. Mención especial para los solos de Noel, guitarrista cuya intención a veces demasiado clásica se compensaba con una genialidad melódica: cada punteo es una figura musical en sí misma. La sección rítmica es sencilla, pero efectiva. Y, claro, la voz de Liam. La pura definición de carisma. Rasposa, profunda, reconocible de inmediato. Muchos trataron de cantar como Liam, nadie lo consiguió. Como explicaría él mismo, se tiene o no se tiene. Liam casi inventó eso de tenerlo.

Por debajo del radar, las letras de Noel. Las canciones que compuso en ese período imbatible 94-97 lo son porque eran prefama y predinero. Esa época en la que tienes cosas que decir y cosas que transmitir, aunque sea de manera críptica o que parezca sin sentido. Las canciones del mayor de los Gallagher hablan de “nosotros”, no de él. Ese sentimiento de comunidad es esencial para comprender la relación del combo con sus fans. Escribían para ellos porque, en aquel momento, ERAN ellos. Querer sentirse una estrella por un momento, aunque no lo seas (Rock ‘n’ Roll Star”), ansiar la inmortalidad, es decir, sentirse vivo (Live Forever”), no tener pasta (“Cigarettes & Alcohol”), sentir que tu amor es único y diferente a todos los demás (Slide Away”). Incluso los cortes más aparentemente livianos contienen pequeños trazos de sabiduría (esa oda a disfrutar del momento porque no sabes que estás viviendo los mejores días de tu vida que es Digsy’s Dinner”). El romanticismo sarcástico de Married With Children”… La colección no tiene fallo.

Aunque el resultado ya sabemos cuál fue, la concepción de “Definitely Maybe” no fue especialmente sencilla. La primera intentona se produjo a finales de 1993 en los estudios Monnow Valley, desechados por la banda e incluidos en la reedición. Escuchando esas sesiones queda claro que le faltaba fuerza, especialmente en las guitarras, que suenan blandas y fofas. El segundo intento tuvo lugar en Sawmills, aquí representado por unos cuantos outtakes. Las canciones están mucho más cerca de lo que es el resultado final. Pero fue la aparición de Owen Morris el que rescató definitivamente el disco. Aunque muchas de las canciones estaban ya incluidas en el recopilatorio “The Masterplan” (1998), hubiera sido estupendo tener las caras B de la época, muchas al mismo nivel o incluso superior al de las canciones del álbum. Así se habría contado con la fotografía definitiva de la primera entrega de la Edad de Oro de Oasis. ∎

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