Pearl Jam nunca grabarán un “Pet Sounds” (The Beach Boys, 1966), un “Thriller” (Michael Jackson, 1982) o un “Nevermind” (Nirvana, 1991), discos que cambian el rumbo de la historia de la música pop, pero pocos artistas pueden presumir de haber grabado no ya uno sino varios álbumes que puedan ser considerados clásicos del rock de las últimas décadas como son “Ten” (1991), “Vs” (1993) o “Vitalogy” (1994). El quinteto estadounidense ha sabido cómo entretenernos sin descanso desde hace ya más de treinta años, ahí es nada. De modo que un respeto, que estamos ante una de las bandas más importantes del rock desde 1990 hasta hoy. Y aquí siguen, intentándolo.
Como todo proyecto longevo, han atravesado diferentes etapas en las que han estado más o menos inspirados. Creo que la que nos ocupa arrancaría con su anterior disco, “Gigaton” (2022), y en ella están entregando trabajos más que aceptables. La anterior etapa ocuparía sus cinco discos precedentes, y en ella hicieron que hasta el fan más fiel fuera perdiendo interés de manera progresiva con cada nuevo disco a partir de “Binaural” (2000). Pero sabe más el zorro por viejo que por zorro, y nuestros queridos viejos chicos grunges han sabido tocar la tecla correcta en esta ocasión contratando los servicios de Andrew Watt, el productor de moda entre los rockeros con solera.
Nadie sabe muy bien cómo lo ha hecho, pero este hombre que literalmente acababa de nacer dos días antes de que Pearl Jam debutaran en directo aún bajo el nombre de Mookie Blaylock, el 22 de octubre de 1990, ha trabajado ya con algunos de los más grandes de la industria. Ha sido capaz de hacer sonar a The Rolling Stones con un barniz renovado y moderno a partir de su pura esencia, ha hecho lo propio con Ozzy Osbourne, y Paul McCartney habla maravillas sobre él. También ha trabajado para artistas de otro perfil como Selena Gomez, Justin Bieber o Lana Del Rey, y está claro que ya se había ganado a Eddie Vedder cuando grabaron juntos el anterior álbum en solitario del cantante y líder de Pearl Jam, el estupendo “Earthling” (2020). Sin duda, esta colaboración debe de haber tenido mucho que ver para que terminara haciéndose cargo del ya duodécimo álbum de estudio del quinteto. Él ha sido la figura que los de Seattle necesitaban para entregar su mejor disco posible hoy por hoy.
A lo largo de los cuarenta y ocho minutos que dura el álbum suenan entusiasmados, gozando con su trabajo y lo que creo que es lo más determinante: conscientes de cuál es su momento actual como banda. No necesitan evolucionar hacia algo diferente, suenan a Pearl Jam haciendo de Pearl Jam en el mejor de los sentidos. Incluso se permiten elementos autorreferenciales como la introducción instrumental con la que se abre el trabajo, que recuerda a aquella con la que se abría “Ten”, su primer disco. Siguen siendo rock’n’roll de primera y lo demuestran en cortes como “Dark Matter” (la canción) o “Running”, donde la banda al completo suena como un cañón. Pero aquí brillan especialmente en los medios tiempos, en canciones como “Won’t Tell”, que podría haber escrito Bob Mould, en las estupendas “Something Special” y “Wreckage” o en la que pone broche de oro al repertorio, “Setting Sun”.
No creo que nadie espere ya un disco realmente relevante de Pearl Jam, pero “Dark Matter” es tan bueno como debería ser para que su carrera siga adelante sin necesidad de vivir exclusivamente de tiempos pasados. Como hicieron Iron Maiden cuando editaron “Senjutsu” en 2021, evolucionando sin perder su esencia hacia algo más acorde a su momento vital, Pearl Jam han grabado un nuevo álbum por el que merece la pena seguir queriéndolos. ∎