No es Peter Hammill un músico muy versionado. Y él tampoco ha sido muy dado a interpretar temas ajenos. En cuanto a lo primero, solo me vienen a la cabeza dos estupendas versiones de “Vision” y “Just Good Friends” a cargo de Marc Almond, además de algunos discos colectivos de tributo a Hammill y Van Der Graaf Generator ejecutados por bandas minoritarias o desconocidas por fans absolutos, “Eyewitness. A Tribute To VDGG” (1995) y “All Of Us Pilgrims. A Tribute Of The Music Of Peter Hammill & Van Der Graaf Generator” (2019). En cuanto a lo segundo, la parcela es aún menor. VDGG grabaron en 1971 una descocada versión de “Theme One”, de George Martin, y Hammill participó en el disco de homenaje a Michel Polnareff, “A Tribute To Polnareff” (1999), junto a Bertrand Burgalat, Saint Etienne, Pulp, Nick Cave, Pascal Comelade, Bill Pritchard, Blaine Reininger y Pizzicato Five, entre otros.
Sin apartarse un ápice de lo que siempre ha hecho, la melodía contenida en el grito, como escribió Mingus B. Formentor, y la música dramática llevada hasta sus últimas consecuencias, Hammill presenta ahora su primer disco de versiones, “In Translation”. Como cabía esperar, y aún sabiendo sus querencias por el rock, que van de Roky Erickson al punk, presenta un temario absolutamente personal y para nada relacionado con el prog-rock, el jazz o la psicodelia. Si hace un año se realiza una encuesta sobre qué temas incluiría Hammill en un disco de estas características, pocos hubieran acertado alguno.
Dos piezas de Astor Piazzolla, “Oblivion” y “Ballad For My Death”, que lleva a su terreno de forma muy sencilla. Dos miradas a la música romántica y de cámara, “After A Dream”, de Gabriel Fauré, y “Lost To The World”, de Gustav Mahler, interpretado este último con su rasgueo característico de guitarra eléctrica. Dos estándares maravillosos, “The Folks Who Live On The Hill”, de Jerome Kern y Oscar Hammerstein, al que Hammill se acerca a partir de la frágil lectura que hizo Peggy Lee en 1957, y “This Nearly Was Mine”, de Richard Rodgers y Hammerstein, perteneciente al musical de 1949 “South Pacific”.
El pop italiano, un estilo del que Hammill siempre se ha sentido deudor, aunque lo haya incorporado con cuentagotas a su propio ideario, fecunda este disco de translaciones antes que apropiaciones. Son tres canciones: “Ciao amore”, tema grabado por Luigi Tenco en 1967, de contagioso estribillo que Hammill respeta a su manera; la pausada “Il vino” de Piero Ciampi, cantada con similar modulación intimista soliviantada por el crescendo dramático de su voz y unos teclados juguetones, y “Hotel Supramonte”, de Fabrizio de André, de la que Hammill convierte su triste melodía original en una canción abstracta. Y otro tema italiano, “Uno de tanti”, de Giulio “Mogol” Rapetti y Carlo Donida, escrito en 1961, del que Hammill descubrió tardíamente que la transcripción al inglés la habían efectuado Jerome Leiber y Michael Stoller con el título de “I Who Have Nothing”.
Hammill, en el otoño de su carrera, salda deudas con las músicas que nutrieron su juventud y adolescencia. ∎