Álbum

Phoenix

Alpha ZuluGlassnote, 2022

El primer disco de Phoenix en cinco años supone una toma de distancia respecto a su modus operandi tradicional. De entrada, no es sutilmente conceptual, como lo era, sin ir más lejos, aquel fantástico “Ti amo” (2017) bajo la inspiración de una Italia idealizada: del helado de pistacho al italo disco. Y nunca antes habían grabado, claro, en el mismísimo Museo del Louvre o, para ser precisos, en el backstage del Museo de las Artes Decorativas, cerrado durante el confinamiento, pero abierto a residencias artísticas.

Al mismo tiempo, “Alpha Zulu” podría ser el primer álbum en el que los oímos repetirse un poco a sí mismos. Tampoco hay demasiado que objetar: lo que el mundo necesita siempre, además de amor, es pop-rock estilizado al límite, con melodías perfectas y estructuras de canción tirando a diabólicas. Pero ¿una concatenación de sorpresas como en “Alphabetical” (2004)? ¿O la montaña rusa de emociones y la épica bien entendida de “Wolfgang Amadeus Phoenix” (2009)? ¿O la explotación inspirada de un santoral elegido para la ocasión, como en “Ti amo”? Nada de eso interesa o parece al alcance del grupo en 2022.

Lo que queda, insistimos, no es cualquier cosa. Phoenix siguen siendo muy exigentes con su arte pop: nada sobra, nada falta, todo importa. A pesar de no contar ya con Philippe Zdar (Cassius) como as de guía, el espacio negativo aún es capital en su forma de hacer canciones. Esta colección, si no redonda, es muy estimable, y tiene al menos tres clásicos que añadir al mejor legado de la banda. El primero en la frente: “Alpha Zulu”, arranque angulosamente demoledor en el que Thomas Mars vuelve a hacer gala de creatividad lírica (es una letra a menudo onomatopéyica) y el grupo al completo se marca un perfecto groove retroactual. Poco después suena “The Only One”, en la que el mayor acierto son esos beats en constante rebote, como veloces pelotas de pimpón o bolas de “Arkanoid”. Pero quizá lo mejor del álbum sea “Winter Solstice”, maravillosa hiperbalada concebida en pleno confinamiento, demostración de que no hace falta estar físicamente cerca para estar juntos. Mars desgrana un doloroso flujo de conciencia (Ahora es difícil conectar / Pero el mundo se ha desencadenado / Y prooonto / Será de dominio público” ) sobre un bucle sintético ideado por sus amigos; ni mucho más ni poco menos. Duele para curar.

Algunas otras canciones ayudarán a liberar bastantes endorfinas. “Tonight” es el primer corte del grupo con voz invitada, la de Ezra Koenig, líder de Vampire Weekend: un dueto agradable al que tan solo falta un estribillo algo más memorable. “All Eyes On Me” es un casi-hit filotechno con teclados adicionales de Rob, el compositor de “Oficina de infiltrados” (Éric Rochant, 2015-2020), entre muchas otras buenas bandas sonoras. Y al final suena un importante acierto como “Identical”, su canción para la película “On The Rocks” (Sofia Coppola, 2020), en una versión extendida hasta ahora únicamente localizable en un 7” de edición limitada. ∎

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