Asimismo, lo que realmente cautiva de cada canción es la poética que rodea sus versos viscerales y la voz astillada de Margolin, que lo engulle todo a su paso mientras cauteriza su mal de amores, cada grito convirtiéndose en un exorcismo de sus propios sentimientos. La propia Margolin ha confesado haber escrito gran parte del disco tras una ruptura que le arrebató
“toda su identidad propia y autoestima”, convirtiendo su dolor y vulnerabilidad en el núcleo de sus letras. Lo vemos reflejado en singles como
“A Hole In The Ground” o
“God Of Everything Else”,
donde se abre en canal para mostrarnos su desesperación (
“It feels like a cry for help / Wishing I was somebody else”) y rencor (“
You’ll get hit by a wave of me”).
El disco también está impregnado de momentos que evocan la naturaleza, desde las nubes del título a lavandas, frambuesas, ríos y olas; un bodegón que la compositora evoca para mantenerse a flote en la vorágine de las giras y que se proyecta en la fantasmagórica
“Lavender, Raspberries”, una de las canciones más brillantes del álbum. Las revoluciones bajan en
“In A Dream I’m A Painting”,
“I Got Lost” y
“Wednesday”, donde las guitarras combativas se hacen a un lado y ganan protagonismo los teclados, los vientos, los coros y la voz de Margolin en un registro más intimista que a ratos nos recuerda a la Angel Olsen de los primeros trabajos.
El broche final lo ponen
“Pieces Of Heaven” y el single
“Sick Of The Blues”,
dos canciones que exploran el frenesí del enamoramiento: Margolin canta
“I’m tired of waiting / I’m tired of wanting you” en “Pieces Of Heaven” y no podemos evitar pensar en la Annie Ernaux de “Pura pasión” (1992) y su
“Desde septiembre del año pasado no he hecho más que esperar a un hombre”. Si “Waterslide, Diving Board, Ladder To The Sky” consagró a Porridge Radio como una de las bandas más estimulantes de la crank wave británica, “Clouds In The Sky They Will Always Be There For Me” recupera esas guitarras desenfrenadas, emociones intensas y vulnerabilidad lírica para reafirmarnos el camino que van a seguir y, por supuesto, invitarnos a caminar con ellos, si queremos. ∎