Así, encuentras cómo se ríe del AOR negro de Stevie Wonder en
“Slow Love” o cómo hace lo propio sobre el envoltorio clásico de un George Benson en
“Adore”. Pero también cómo incorpora ambientes de cool wave en
“It” o
“Hot Thing” que le permiten, en cambio, dibujar
breaks de guitarra o vientos para la pista; o cómo, por contra, se ríe de su propia marca de fábrica en
“You Got The Look”, con una guitarra chirriante y onírica machacando el coro femenino estilo Family, o en
“If I Was Your Girlfriend”, donde una introducción de boda da pie para una declaración de androginia/misoginia que explica qué-no-hacen-las-chicas para que cada vez florezcan más gays, y hasta dónde pueden llegar los celos entre ellos.
Claro que también están las concesiones a la guitarra rock en
“Play In The Sunshine”, con toques Hendrix; en
“Forever In My Live”, con evocación en medio tiempo de las melodías de Syd Barrett; en
“The Cross”, donde indaga con unos dibujos de guitarra increíblemente hippy las sendas de Roger McGuinn, Neil Young o George Harrison (sitar incluido)… Aun así, la agilidad soul-funk de los vientos a lo J.B.’s o Famous Flames te rompe en el potentemente funky
“Housequake” o en el
lovely “Slow Love”.
Pero hay más, desde las melodías calientes en las baladas
“Dorothy Parker” o “Adore”, donde la voz de Prince se luce de hombre a mujer, hasta los tiempos de
“Dirty Mind” (1980) o
“1999” (1982) a lo Michael Jackson de
“Strange Relationship”, pasando por el muy ligero pop-rock de clarísima inmediatez comercial en
“I Could Never Take The Place Of Your Man” (“Nunca podría ocupar el lugar de tu hombre”), inconexo con el resto del disco. Este auténtico “Signo de los Tiempos” rezuma inteligencia y madurez en cada acorde, manteniendo la conexión
shockadelica que contribuye a engrosar la mitología y la imagen mesiánica del Dios. Hasta hay una concesión para los fans de última época con la inclusión en directo desde París de una de sus más celebradas piezas de show, el inédito
“It’s Gonna Be A Beautiful Day”, con Sheila E y Susannah Melvoin.
Pero… ¿eran necesarios dos elepés y estos dos folios para decir todo esto? No parece probable lo contrario, teniendo en cuenta la desmesurada extroversión del genio de las mil caras, pero, aunque no aporte nada nuevo en esencia, combina y seduce tan bien bajo mis sábanas que… ∎