Un año antes de que José Ángel Mañas retrate el Madrid de la Generación X en su novela “Historias del Kronen” (1994), cuatro traviesos mozalbetes, Matías (guitarra), Rafa (voz), Tate (bajo) y Juanlu (batería) –los cuatro miembros clave de Psilicon Flesh– se arriman a la sombra del árbol que mejor los cobija. Faith No More venían de lanzar su canónico “Angel Dust” (1992). Living Colour iban a publicar “Stain” (1993). Y Rage Against The Machine descargaría la artillería pesada de su primer álbum en el festival Lollapalooza.
La movida madrileña da sus últimos coletazos y en el céntrico barrio de Malasaña la música se articula en bares como el Agapo, la sala Maravillas, La Vaca Austera o el Ya’sta. Mientras, el fenómeno indie repta como una parra que no termina de crecer, amparado por sellos como Elefant, la revista ‘Spiral’ y, más tarde, el programa de radio ‘Viaje a los sueños polares’. Entre este marasmo, bandas como Santa Fe con el exguitarrista de Sangre Azul Juanjo Melero, Hamlet o los gamberros Def Con Dos esgrimen su peculiar visión del crossover, bendecidos por los sacramentos del funk, el metal y el rap.
Son tiempos de aleaciones impensables y allí están Psilicon Flesh para subirse al carro de la transgresión. Su batiburrillo de estilos, que oscila entre Tool y Mr. Bungle, pasando por la ferocidad de Pantera, hace saltar las alarmas de Subterfuge –después casa de Australian Blonde y Dover–, que no duda en apostar por ellos a lo grande para lanzar el primer miniálbum de la escudería.
Grabado en el estudio del batería Carlos Torero –Espasmódicos, Radio Futura, Oil– y producido por el bajista Jesús Arispont –ya en Def Con Dos–, “Psilicon Flesh” (1993) arrojaba seis torpedos a la línea de flotación en su versión original en vinilo. El funk metal de “Something To Bleed For” o “Godhell” se acerca al de Scat Opera, Ignorance o Naked Truth, bandas foráneas de la época. El tribalismo de “Sea Of Wish” y la invitación al headbanging de “Superlickin’ Machine” son ejercicios cum laude de thrash metal. Los aires acústicos y grunge de “Crawl”, que colisionan con un estribillo metálico y gritos guturales de ascendencia death metal, ejemplifican su soltura a la hora de hibridar. Y la maestría a lo Jimi Hendrix de Matías sale a relucir en la revisión acelerada de “Good Morning, Good Morning” de sus amados The Beatles.
Carlos Galán, capo del sello, destaca su magnético salvajismo y su capacidad de convocatoria, al lograr meter a más de mil personas en la madrileña sala Revolver. Su ópera prima, a tres décadas de su aparición, merecía un homenaje en toda regla. En este nueva edición en vinilo se rescata aquel primer trabajo y todos los temas de sus singles, incluido el homenaje al cine de serie B de Sam Raimi en la apoteósica y delirante “Evil Dead” y “I Need The Toxic Avenger To Come And Rescue Me”, dedicada al repulsivo antihéroe Winston Gooze, de la factoría Troma. También se incluye el dinámico metal con rasgados a lo Scott Ian (Anthrax) que ofrecen en “Brother” y “Blank”, una balada acústica que recuerda al “Three Days” de Jane’s Addiction. Además, se incorpora –en descarga digital– su maqueta de 1992 y seis temas en directo grabados en 1994 en Pradejón, cuna del pionero festival Serie B. ∎