El segundo álbum de Quevedo llega después de una crisis personal y artística muy cacareada, un retiro que no ha llegado al año y decisiones cuestionables de gestión, como dar aquel concierto en el Big Sound de Valencia en pleno impasse. Y llega marcando claramente (y con esa portada tan Anuel) el paso de la introversión a la extroversión para un artista que, de la noche a la mañana, dejó de ser el newcomer underground que surfeó con dignidad un inesperado y tempranero éxito billonario e internacional para convertirse en superestrella consolidada… y un poco sobrada. Supongo que es lo que tiene salir millonario del bachillerato. En “KASSANDRA”, que funciona como intro y que a primera vista cuenta cómo el canario se enamora de una famosa, parece retratar bajo la superficie una historia de amor entre el Pedro de “DONDE QUIERO ESTAR” (2023), aún recién llegado a la jet set, y este nuevo Quevedo acostumbrado a los focos, la fama y el oro: “Tú creciste en este ambiente / Para mí todo es tan nuevo (...) Entre tanta diferencia somos iguales tal vez”. “BUENAS NOCHES” busca en cierto modo romper con aquel debut, respondiendo según parece a una necesidad de reafirmarse en su personalidad. Pero el problema es que también rompe con sus aciertos.
El más evidente, dejar de fijarse en lo local para adoptar un vocabulario más genéricamente latino, con todo lo que eso conlleva. El segundo álbum del canario, a lo largo de su casi hora de duración, está recorrido por reguetones más bien planos como “AMANECIÓ” o “SHIBATTO”, y sus coordenadas se pierden en una dirección evidentemente adolescente. Es cierto que también hay una gran idea en “EL ESTRIBILLO”, donde deja precisamente el estribillo sin letra para que cada cual lo complete como quiera, y que algunas colaboraciones, elegidas con gusto, remontan algunos temas, sobre todo Rels B en una “LOS DÍAS CONTADOS” que sin él sería otro reguetón más, el cambio de ritmo que impone La Pantera en “HALO” o unas aportaciones del dominicano Sin Nombre (“14 FEBREROS”) y del panameño Sech (“TE FALLÉ”) en las que brillan sendos estilos inconfundibles, jugo y seda melódica. Pero en general “BUENAS NOCHES” cae, como muchos álbumes de la órbita mainstream latina este 2024, en el formulismo y la comodidad.
En él, Quevedo, eso sí, se prueba más allá del reguetón, se aparta prácticamente por completo del trap y pone mayor énfasis en embellecer su voz. Hay una clara ambición de darle mayor entidad melódica al proyecto, como marca “DURO”, y se cuelan también atisbos de R&B en “NOEMÚ” o en una “LA 125” que tiene también un punto afropop y en la que es gracioso ver a Yung Beef en modo sensible, aunque no deje de ser una canción bastante genérica. De la mano de Aitana en el que es el mayor wtf del álbum, llega incluso al synthpop, en una “GRAN VÍA” que se salva por disfrutona en el tracklist aunque se limite a ser un intento latino de “Blinding Lights”. También es gracioso que esté Pitbull, al menos hasta que escucha uno “MR. MOONDIAL” y se acuerda de la epidemia de electrolatino que nos asoló a principios de los 2010, y sobre la que no hay aquí apenas un mínimo intento de actualización.
Las gracias, o más bien las gracietas, también son otro pilar de “BUENAS NOCHES”, pero casi siempre desde una explicitud más bien básica y cercana al chiste verde. ¿El estándar? El doble sentido de “POR ATRÁS”. Supongo que Pedro da por descontado que solo lo escuchan incels de instituto con la energía de los protagonistas de “American Pie”, y que sus mayores preocupaciones son “¿Quizá hoy por fin será el día en que entre en ese agujero?”. Y a lo mejor tiene razón, quién sabe, pero, la verdad, no sé si una generación Z acosada por criptobros, Llados, fundy babies y demás vendehumos necesita que uno de sus ídolos los refuerce en su masculinidad básica, frágil y amenazada en una canción como “IGUALES”, en la que, ironía o no, suelta perlas del nivel de “Todos los hombres somos iguales / Dinero, mujeres y abdominales”, “Yo no chingo, solo me lo maman”, “Cuando duermo con otra al día siguiente te saco pa’l mall” o “Que eso se arregla rápido, mañana cómprale un ático”. Guau, bro.
Montado, y cómodo, en su nueva narrativa, y seguro de un fandom que va a seguir aupándolo como uno de los artistas más escuchados del mundo, Quevedo ha aprendido a hacerse el interesante y a jugar siempre al despiste, y “BUENAS NOCHES” es la prueba viva de todo ello. Ni siquiera deja de coquetear con una hipotética retirada del foco, como si su pulsión artística fuera en contra de su ego y no completamente al revés. Y si esa tal “KASSANDRA” de verdad tiene algo de Quevedo, “Ya no veranea en Santorini / Ahora se camufla entre la gente / Y la veo sonreír más tranquila / Aprendió a obedecer lo que siente”. Si algo demuestra “BUENAS NOCHES”, la canción, en el otro extremo y como sorprendente cierre del disco al que le da nombre, es que Pedro es mejor cuando se olvida de inventarse historias y se ciñe a la suya propia. Ojalá el bling bling de nuevo rico con ínfulas de Twitch star solo sea una fase. ∎