No,
Rain Parade no son The Dream Syndicate. Pero también merecen su diminuto momento de gloria, su
comeback en toda regla, su reevaluación desde el pasado y su calibrado desde el presente. Es casi seguro que este
“Last Days Of A Dying Sun”, primer álbum de canciones nuevas que despachan en nada menos que 38 años, no trascenderá el ámbito de la nostalgia por aquella escena paisley underground que tantos ribetes en común trazó con el nuevo rock americano y con el jangle pop de la Costa Oeste desde una perspectiva propia, surtida de lisergia, brindada por músicos que lucían camisas borrachas de amebas. Y que tampoco le aguantará la mirada durante mucho rato a discos como
“Ermergency Third Rail Trip” (1983), cuando aún lucía David Roback (luego en Mazzy Star) en los créditos. Pero hay una cierta nobleza, una atemporalidad, una obstinada artesanía de la canción e incluso una candidez no adulterada manando de los surcos de estas once canciones, aunque sus firmantes rebasen con creces los 50 y sepan perfectamente que estas no pueden ni deben proyectar la visión de los veinteañeros que ya hace mucho tiempo que no son. Los textos lo reflejan. Y aunque solo fuera por los parabienes que My Bloody Valentine, The Stone Roses, Ride, Primal Scream o The Charlatans han vertido sobre ellos durante todo este tiempo, ya había justificación para este retorno.
También cuenta que Matt Piucci (guitarra y teclados) y Steven Roback (bajo) llevan con la marca reactivada sobre los escenarios desde 2012. Y que tampoco estuvieron inactivos en el largo entreacto, claro. Viva Saturn, The Hellenes o 3x4 han sido algunas de sus aventuras posteriores a la disolución de 1988. Quizá no haya aquí ninguna canción francamente memorable, pero reconforta comprobar cómo se conservan en formol esas espirales ligeramente psicodélicas (
“Angel Sister”,
“Last Days Of A Dying Sun”,
“Green”), el pop delicado, prístino y pastoral (
“Couldn’t Stand To Be Alone”,
“Share Your Love”), el jangle pop luminoso de gran poder curativo (
“Bring You Back”) e incluso momentos más endurecidos que denotan que desde su disolución ocurrieron cosas como el grunge (las inflexiones vocales y el octanaje guitarrero de
“Got The Fear” bien pueden recordar a Greg Dulli o a Mark Lanegan, o a toda la escuela de la que proceden), sin olvidarnos de la apacible
“Forgetfulness”, mecida por las voces de sus amigas Debbi Peterson y Vicki Peterson de The Bangles, quienes siempre estuvieron ahí, bien cerca: seguramente es esa la puerta de entrada más franqueable (las escuchas en
streaming lo refrendan) para un público que vaya más allá de su base de fans. Hay ocasiones en que el linaje lo es prácticamente todo. Esta es una de ellas. ∎