Reedición

R.E.M.

UpCraft-Concord-Music As Usual, 2023

La historia de “Up”, undécimo álbum de R.E.M., comenzó a escribirse mucho antes de su publicación en octubre de 1998, lejos de los estudios estadounidenses en que se registraron sus sorprendentes pistas. En marzo de 1995, durante un concierto en la localidad suiza de Lausana, el batería Bill Berry cayó redondo en escena a causa de un aneurisma. Dos años después de aquel suceso, recuperado de su dolencia pero agotado por tanta brega tras los parches, decidió guardar las baquetas para vivir de otra manera. La marcha del cofundador del grupo, dueño de un pulso y sonido distintivos, afectó profundamente a sus compañeros e influyó en el proceso creativo y los resultados de un álbum que ahora, un cuarto de siglo después, es objeto de una estupenda reedición conmemorativa que nos permite conocer con más detalle el complejo contexto en que fue alumbrado.

La primera mitad de los noventa estaba siendo un paseo triunfal para el cuarteto norteamericano, con cuatro discos consecutivos más allá del platino –“Out Of Time” (1991), “Automatic For The People” (1992), “Monster” (1994) y “New Adventures In Hi-Fi” (1996)– que lo llevaron a trascender su condición de intocable alt-rock, impulsaron una gira monstruosa en 1995 –la del aneurisma– y contribuyeron a trasladar su canónico legado previo –los seis pletóricos álbumes que publicaron durante los ochenta– a todos los rincones del planeta. A las dudas provocadas por el adiós de Berry se sumaron tensiones entre la terna formada por Michael Stipe, Mike Mills y un Peter Buck que estrenaba paternidad y quería pasar más tiempo en casa. Y del equipo artístico habitual también se apeó el productor Scott Litt, sentado tras la consola desde “Document” (1987).

En lugar de buscar fuera, R.E.M. miraron por casa y encargaron a Pat McCarthy –ingeniero de sonido en los dos álbumes previos– la faena de hacer encajar un puzle sonoro al que se empezaban a adherir piezas hasta entonces inéditas en su glorioso archivo, como cajas de ritmo, secuenciadores y teclados antiguos. También se subieron al carro dos viejos amigos de Seattle con muchos galones en la hombrera: el multinstrumentista Scott McCaughey –compañero de Buck en The Minus 5, quien ya había participado en las sesiones de “New Adventures In Hi-Fi”– y el batería Barrett Martin, con quien el guitarrista compartía otra aventura paralela, Tuatara. El percusionista Joey Waronker, por entonces marcando el ritmo a Beck, también se unió a la nómina de la próspera empresa que el mánager Bertis Downs seguía administrando desde Athens, Georgia.

Todas estas idas y venidas, así como la voluntad del trío para abordar su nuevo cancionero desde perspectivas sonoras e instrumentales diferentes, cristalizaron en una obra sinuosa, bipolar y valiente que basculaba entre continuidad y ruptura. No era la primera vez que un disco de R.E.M. nos hacía arquear la ceja: la saturación y el feedback de “Monster” o la dispersión de “New Adventures In Hi-Fi”, ambos notables, todavía quedaban cerca. Pero lo de “Up” era otra cosa. Obligaba a arrimar la oreja con renovada atención y, a ser posible, sin prejuicios.

Los largos pasajes ambientales de la contemplativa “Airportman”, los teclados y patrones rítmicos en bucle –con Leonard Cohen en espíritu y en la hoja de autores– de la inquietante “Hope”, el ritmo robótico de la bellísima “Walk Unafraid” o la delicada política de arreglos con que gestionan “Suspicion” confirmaron que estábamos ante un trabajo distinto, abonado sin remilgos al factor sorpresa, aunque en canciones como la poderosa “Lotus”, la sutilísima “At My Most Beautiful” o en los estándares R.E.M. que eran y siempre serán “The Apologist” y “Daysleeper” aflorase rutilante el decisivo genotipo de la banda.

Para ilustrar tan intenso devenir, esta reedición de 25º aniversario presentada en formato libro adjunta un Blu-ray en el que se incluyen los clips promocionales de “Lotus”, “Daysleeper” y “At My Most Beautiful”, además del documental “This Way Up” (1998) y del mediometraje “Uptake” (1998). Este último fue registrado en directo en el estudio londinense Ealing junto al personal que los acompañaría en años sucesivos: McCaughey, Waronker y Ken Stringfellow (colíder de The Posies, ampliando la conexión con Seattle), más el especialista británico de la steel guitar BJ Cole. Dispuestos en círculo e inmortalizados con tres cámaras, los músicos protagonizan una hipnótica coreografía multinstrumental que resulta elocuente y dispara las emociones. No había sido fácil llegar hasta ahí, pero el esfuerzo merecía la pena porque estas nuevas canciones podían hacer mella en cualquier sistema límbico.

Aquí tardamos poco en comprobarlo, ya que en junio de 1999 tocaron en Madrid y Vigo, incorporándolas entre sus gemas de siempre. Justo lo que hicieron a su paso por “Cinco en familia” (Christopher Keyser y Amy Lippman, 1994-2000), donde se les requirió para interpretar “At My Most Beautiful” en uno de sus episodios. El caso es que después de grabar lo suyo se vinieron arriba y decidieron tocar otra docena para el público figurante, los actores y el equipo de la serie, en una actuación cercana y divertida en la que Stipe brilla como ocurrente maestro de ceremonias y que aquí queda recogida en el CD “Party Of Five Taping”, fechado en febrero de 1999. Es un agradecido complemento, en absoluto extemporáneo, que documenta el estado de ánimo –tó p’arriba, no cabe duda– que anidaba en el seno del grupo después de haber superado el desafío que se les planteaba año y medio antes. “Up” vendió mucho menos que sus anteriores trabajos y dividió a la crítica como nunca hasta entonces, pero es un disco tan especial como las circunstancias que contribuyeron a moldearlo y, con el tiempo, ha ampliado el alcance de su peculiar campo magnético. ∎

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