Álbum

Rema

HEISMavin Global-Jonzing World Entertainment-Interscope-Universal, 2024

Rema sabía desde el principio que no iba a dejar que la carga de un macrohit como “Calm Down” lo aplastara. Porque la verdadera proeza de “Rave & Roses” (2022) no es que diera con un tema multimillonario capaz de convertir a un joven nigeriano relativamente desconocido en una voz ubicua en Europa y Norteamérica, sino que lograra replicar aquel truco en cada uno de los cortes de su primer álbum. En “HEIS” Rema vuelve a escudarse en varios de los productores de Lagos que lo ayudaron a destilar aquella variante de la amalgama afrobeats tan irresistible y única como conectada con un presente donde el éxito de otros astros nigerianos como Burna Boy, Wizkid, Davido o Asake solo puede medirse a escala global. Este segundo asalto resetea su sonido, rechazando frontalmente la tentación de amilanarse y domesticarse, volviendo a los orígenes de un género cuya hegemonía ha ido expandiéndose desde Nigeria hasta el resto del continente africano, su diáspora y finalmente todo el planeta.

Olvidando el romance suculento y embelesado de “Rave & Roses”, “HEIS es todo juerga, sudor y baile. Rema regresa al kilómetro cero del afrobeats para reivindicar la garra y el carisma de mitos primigenios de la escena nigeriana como Olamidé, P-Square o el plantel del sello Mo’ Hits. Estos temas tienen la urgencia de confrontar la mirada indiferente, ignorante, de cierta parte de su público global, la misma que se revolvió con una mezcla de desaire, confusión y congoja cuando Rema debutó el otoño pasado en el estadio O2 de Londres ante 20.000 personas. Aquel fue un show polémico, tanto por la inclusión de pesadas bases trap y guitarras distorsionadas en contraste con su repertorio conocido, mucho más relajado y cálido, como por una dirección de arte basada en máscaras inspiradas en la reina Idia de la cultura Edo de Benín, una enorme plataforma móvil y levadiza con la forma de un murciélago gigante de aspecto infernal y una prominencia del negro y el rojo en la escenografía y el vestuario que lograron el desconcierto general e incluso acusaciones de satanismo.

Quizá motivado por la incomprensión que suscitó aquella noche en miles de personas, con el eco del descontento reverberando en TikTok, Rema adopta la figura del antihéroe en “HEIS”, torciendo el gesto y apretando los dientes donde antes todo eran sonrisas. Los murciélagos son una vista habitual en los cielos de la Ciudad de Benín, el lugar donde Rema creció y que abandonó por Lagos siendo un adolescente para convertirse en la estrella que es hoy. Él recurre a ellos como una referencia a sus orígenes y al alter ego que pretende construir en “HEIS”: oculto durante el día, acechando desde las sombras. Pero la reivindicación de su ciudad, su cultura y su sonido va más allá de los símbolos: para alguien que ha logrado que se montaran en sus temas Selena Gomez o Chris Brown o que se ha subido a los de Feid, Ice Spice, FKA twigs o Bad Gyal, lo fácil hubiera sido tirar de contactos para atraer a alguien de relumbrón internacional para “HEIS”. Pero este disco va de todo lo contrario: de poner lo local al frente, de acabar por derribar la jerarquía entre centro y periferia en el contexto mainstream anglo. Por eso las únicas otras dos voces que caben aquí son de artistas emergentes nigerianos, Shallipopi (en “BENIN BOYS”) y ODUMODUBLVCK (en “WAR MACHINE”).

En vez de emplear ese fraseo escurridizo, vertiginoso e infalible en barras entre lo tierno, lo soez y lo desternillante sobre el deseo, Rema se abandona al fronteo puro y duro. Su actitud se siente distinta y su voz también: hay algo sardónico y macabro en él, una energía inquietante que a menudo deja escapar una risa perturbadora. A nivel lírico, el alarde sobre su estatus como estrella global prima sobre todo lo demás. Está demasiado ocupado contando billetes, absorto en la excentricidad y el lujo, e inflando su propio ego como para perder la cabeza por ninguna chica. Y es una pena, porque el Rema enamoradizo de “Rave & Roses” tenía más gracia. Lo que no quiere decir que “HEIS” sea un paso en falso: no lo es en absoluto.

Rema abre el marcador desde la primera pista, “MARCH AM”, con una obsesiva secuencia de sintes sobre la que arrambla un ritmo desasosegante que desemboca en una imponente coda orquestal justo antes de que “AZAMAN” acabe de prenderlo todo con la pista más brutal de todo el disco, directamente inspirada en el fuego de las primeras producciones de Don Jazzy. Pero, lejos de decaer, la energía y el carisma de Rema (que intercala el pidgin nigeriano, la lengua bini, el yoruba y el suajili en letras a la defensiva, pero sostenidas con las dosis justas de vacile) mantienen el vuelo a lo largo de todo el álbum.

La opulencia de los arreglos orquestales o el detallismo de samples tan bien traídos como los tenues acordes de piano que abrían “A&W” de Lana Del Rey (“VILLAIN”) o el coro impagable de “I Don’t Want To Play Around” de Ace Spectrum (“WAR MACHINE”) contrastan con la urgencia de los ritmos y la suciedad de la mezcla, que emulan la euforia de una madrugada sofocante. Su EP anterior a “HEIS”, “Ravage” (2023), ya dejó entrever un tono más oscuro en Rema, cuyo infalible instinto para la melodía seguía primando sobre todo lo demás, pero teñido de melancolía y de una carga más épica y grandilocuente. Buscando una energía más primitiva, “HEIS” sacrifica esas melodías ondulantes en favor de la crudeza y las dentelladas de su fraseo, aunque mantiene el aporte de los coros y las orquestaciones en algunas pistas.

Si “Rave & Roses” era una enorme nube rosa, flotando sobre las aguas plateadas de un mar tórrido al atardecer, “HEIS” es una tormenta amenazante que tiñe el cielo de negro a altas horas de la madrugada. Porque la noche es más oscura justo antes del alba. Se oye el ruido de motos acelerando y la jarana de silbatos y gritos en calles sin asfaltar. Lejos del puerto, la juerga se prende hacia los cerros altos hasta donde se extienden los suburbios de cualquier gran ciudad del oeste de África. ∎

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