Álbum

Renée Reed

Renée ReedKeeled Scales-Popstock!, 2021

Renée Reed debuta con un álbum de reconocimiento a sus ancestros y también a sí misma, de nostalgia por las raíces y confianza en el futuro, a pesar de los embates acumulados, o quizá gracias a lo aprendido con ellos.

Nacida y crecida al suroeste de Luisiana, Reed debe mucho a las canciones cajún tradicionales que su abuelo acordeonista tocaba y su tío abuelo folclorista, el reputado Revon J. Reed, documentaba. Ese linaje queda claro en la final “Drunken’s Widow Waltz”, cantada en francés cajún. Pero la artista buscó también su voz en las inmensidades del folk británico –llegó a visitar el campamento de guitarra acústica y composición de Richard Thompson en los Catskills– o las delicias de Gainsbourg y el pop yeyé. De esa mezcla de influencias nace algo que ella llama, en su Bandcamp, “dream-fi folk de las praderas cajún”. La música es mejor que la etiqueta.

De hecho, es tan buena que asoma la tentación de comparar a Reed con la incomparable Jessica Pratt: también hace canciones folk/pop de otra época o casi otra dimensión, de un minimalismo anacrónico y tacto casi hauntológico. Como Pratt en sus primeros discos, graba en cuatro pistas en busca de una fangosidad ensoñadora que sería más difícil de lograr en digital.

Alguna letra está cruzada por la fantasía (sobre todo, la de esa cantada en francés “Où est la fée”), pero la inspiración lírica tiende a ser bastante prosaica y cruda. En la magnética “Out Loud”, Reed emerge de una relación tóxica con hambre de venganza, un apetito propio de una Escorpio: “Oculta en una esquina / cuento todos tus secretos en voz alta”. En “Fool To The Fire” canta sobre el amor no recibido, y en la engañosamente animada “Fast One”, sobre amistades que solo fueron olvidables momentos de amistad. Habría motivos para preocuparse si no fuera porque en “Neboj”, delicada exhibición de fingerpicking, habla de dejarse llevar y no tener miedo al amor. Hay esperanza. ∎

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