“Home” no será, posiblemente, el disco que vaya a cambiar la opinión de nadie sobre Rhye. Si en 2013 te dejaste seducir por su minimalista visión del soul-pop, apoyada sobre todo en la voz andrógina (contratenor) de Mike Milosh y las cuerdas, esta nueva entrega te hará sentir, como sugiere el título, en casa. Si (tan realista como aguafiestas) sostienes que Sade solo existirá una, es difícil que nada de lo aquí incluido te haga reconsiderar la postura.
Difícil, pero no imposible. Pasada esa introducción con el DR Pigekoret (coro nacional danés de chicas, que repite en el epílogo), encontramos aquí un repertorio más upbeat y sanguíneo de lo que podía esperarse, sobre todo después del recogimiento del miniálbum “Spirit” (2019). La primera sorpresa no es tanto “Come In Closer”, cuyo ritmo de palmas y bajo a la vez tenue y funk podrían haber adornado cualquier tema de “Blood” (2018), sino algo como “Beautiful”, con un crescendo de tensión deliciosamente minucioso, en el que cada nueva adición infunde dinamismo a la estructura con delicadeza.
La letra es cualquier cosa salvo tensa: es una declaración de amor, una entre varias, de Milosh a su pareja, la artista Genevieve Medow-Jenkins (retratada en la portada). En el que podría ser mayor hito del disco, forma y fondo van más de la mano: “Black Rain” es una súplica amorosa (“no salgas corriendo / solo por un poco de lluvia radiactiva / simplemente dame algo”) con cuerdas dramáticas, sobre todo en el estribillo, y un groove sostenido sobre un bajo zumbante y una batería como grabada por Quincy Jones en los ochenta. Irresistible.
Este renovado ímpetu bailable (también presente en “Safeword” o “Hold You Down”) cede paso, en ocasiones, a una languidez más familiar, como en “I Need A Lover”, cuyo piano parece salido de “Spirit”, o una “Sweetest Revenge” que, de acuerdo, no puede batir a Sade y su “The Sweetest Taboo”. Pero la sensación final es de grata sorpresa, de ver un proyecto crecer y evolucionar en mitad de un momento histórico poco inspirador. ∎