Álbum

Saint Etienne

The NightHeavenly, 2024

No entendí muy bien el giro de Saint Etienne en su anterior álbum, “I’ve Been Trying To Tell You” (2021). Un giro hacia la uniformidad electrónica gélida basada en samples en la que las canciones parecían generadas por patrones anodinos y melodías matemáticas desprovistas de emoción. En “The Night”, el trío parece negarse a seguir actuando en los roles que les dieron fama, credibilidad y culto, principalmente a través de las canciones de formato pop, aunque no solo. ¿Será que la hiperactividad de Bob Stanley, a veces con Pete Wiggs, en los discos recopilatorios de canciones y movimientos de todas las épocas lo empujan a abandonar el formato pop tradicional para las creaciones de su propio grupo? La portada parece anunciar otro diagrama del desapego.

Desde “Foxbase Alpha” (1991) Saint Etienne ya nos acostumbraron a salpicar sus álbumes con piezas instrumentales, pequeñas texturas electrónicas o preludios chispeantes antes de la llegada de las canciones-base del disco. Pero en “The Night” el estado predominante es el de la transición, el apunte volátil a la espera de que cuaje en algo verdaderamente sólido, que nunca, o en pocas ocasiones, llega realmente. Ocurre desde el comienzo, con “Settle In”. Sonidos informes de la calle o en estancias caseras, voces lejanas y sintetizadores planeadores que aterrizan en unas frases recitadas por Sarah Cracknell: “Cuando tienes 20 o 21 / tienes muchas creencias / tienes mucha energía y creencias / ¿Será oro? / Dime cuál será mi suerte / El tiempo vuela / se resbala y de desliza”. Se vislumbra una reflexión sobre la edad, el papel que un grupo de más de tres décadas y media de existencia, con sus vados, y que siempre representó la idea de modernidad bien entendida, tiene que jugar.

Da la impresión de que el trío va flotando en el espacio persiguiendo esa idea. En “Half Light” se percibe una necesidad de acotar, a través de una sencilla y melancólica melodía, una de sus bonitas canciones; pero no llega a los dos minutos de duración. Ocurre también en “Nightingale”, cuando el formato pop que apunta se difumina en líricos ambientes de electrónica calmada y reflexiva, volátil. Cracknell se niega a transitar por la estrofa y el estribillo tradicional, musita sonidos sin palabras o breves recitados, o juegos de sílabas, pero es lo más cercano a la canción cálida y evocadora que siempre vamos a esperar de Saint Etienne.

El vuelo nocturno continúa por atmósferas de soundtrack, con los ruidos de tuberías y aguas de “Northern Counties East”, hasta que los ribetes de clavicordio remiten a las músicas de François de Roubaix o algunos compositores italianos de los setenta. El collage de amagos y pruebas aterriza en la melancólica sencillez melódica de “When You Were Young” y continúa la difícil adaptación a la madurez definitiva: “Cuando eras joven / el tiempo que teníamos, las cosas que decías / están todavía en mi cabeza / a veces llorabas / no estoy segura por qué / Y el tiempo vuela”. Sarah conmueve, aquí sí, como acogedora voz de la conciencia.

Ecos y reverberaciones como instrumento principal envuelven todo un álbum hecho de intuiciones, que probablemente no tenga un rumbo definido, al que se vuelve una y otra vez más que nada para tratar de aprehenderlo, de sentirse a gusto en él, de encontrar el carácter de disco conceptual que se niega a aceptar: ese momento puede llegar en “Gold”, conjunción de piano, guitarra y clarinete con la voz juguetona y dulce de Sarah, que tampoco ambiciona el estatus de gran canción en sus limitados dos minutos de belleza desnuda.

La tentativa sin compromiso parece ser el estado natural de los actuales Saint Etienne, lejos de la ambición y la perspicacia de ese tiempo que ya se deslizó. Flotando y dejándose llevar entre esas pequeñas nubes de sonidos, frases, melodías que nacen, pero se niegan a crecer, se puede encontrar un modo confortable de habitar este “The Night”. Sin grandes aspiraciones, sin deslumbrantes inspiraciones, viendo la belleza de esos destellos de luces en la noche a través del cristal lluvioso del bus, o siguiendo la invitación del recitado aletargado de “Wonderlight”: “El sentimiento de caminar a casa sola / avanzada la noche / volviendo del pub / … / Y entonces pones unas melodías / Y te quedas dormida / Las ventanas están empañadas / Y los discos están sonando / Está oscuro”. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados