Últimamente el eterno retorno cada vez se presenta en ciclos más cortos, por eso nos pilló un poco desprevenidos el regreso de SBTRKT el año pasado. El productor británico volvía con “Bodmin Moor”, granítico y misterioso tema de orientación club entre capas de glitch con una ruptura final en forma de jazz, abriendo nuevas vías para su sonido y haciéndonos recordar de golpe los momentos, durante los primeros 2010, en los que contribuyó a reinventar las bases de la bass music. Y lo hacía más de seis años después de su última referencia larga, un “SAVE YOURSELF” (2016) que ponía punto y aparte a una trayectoria irregular y ajena a las expectativas y a la frenética evolución de las modas, prometiendo nueva música. Y lo prometido es deuda. “THE RAT ROAD” llega casi un año después de “Bodmin Moor” y culmina un proceso de renovación creativa del que han salido más de 400 demos con un tracklist disperso y bastante extenso que reparte 22 canciones a lo largo de más de 50 minutos.
Y es precisamente eso, su particular trastorno de déficit de atención, lo que termina resultando su principal lastre. Aunque sea el primer trabajo en el que Aaron Jerome da la cara de forma explícita y se olvida de las máscaras, cuesta reconocer una verdadera personalidad más allá de un collage bien diseñado de todas sus inquietudes artísticas. Y, quizá en el intento de encontrar esa voz a la que aferrarse, “THE RAT ROAD” termina perdiéndose entre colaboraciones, breves skits de estilos y ritmos diferentes, letras demasiado universales e infinidad de buenas ideas no siempre del todo concretadas. Esto no es óbice para que SBTRKT, por el camino, demuestre sus habilidades como productor y su sensibilidad para conectar el glitch y el pop con el neosoul, el R&B o el canon rave y con ritmos clásicos del acerbo clubber como el house o el techno. Especialmente en una segunda mitad del trabajo más emocional y en cierto modo más enfocada.
Durante todo el minutaje muestra una afilada concepción de los límites entre los ritmos y los géneros, jugando siempre en el filo, fundiendo sonidos experimentales y electrónica abstracta con aires de clasicismo, orquestas de cuerda, arreglos neosoul y sintetizadores alucinados. Trufándolo todo de interludios que parecen escaparse de brechas digitales y pasando de la explosión glitch de “WASTED” –con la ultraprocesada voz de Anna Of The North y poniéndole a los Daft Punk de “Tron. Legacy” (2010) un filtro de 16 bits– al oscuro y cinematográfico ánimo de “COPPA”. Entrelazando a Flume con el drum’n’ bass en “YOU, LOVE”, a Rostam con Four Tet en “DEMONS”. Esbozando un purgatorio sintético en “SAYA INTERLUDE”, jugando al colapso abrasivo de “I SEE A STAIR”, junto a Little Dragon. Sirviendo un glitch hervido a febriles temperaturas psicodélicas como es “DON’T LET” o enseñándonos cómo sería el fiestón que se montan tu smartphone, tu ordenador y tu PS5 cuando te vas a la cama en “YOU BROKE MY HEART BUT INMA FIX IT”.
Pero sin duda lo mejor de “THE RAT ROAD” son los momentos en los que se propone subvertir las expectativas y las fórmulas de la canción pop, ya sea desde el radicalismo de “L.F.O.”, que captura su energía de radiante icosaedro estilístico con una transición en brazos del glitch desde el house a una jungle samba y entre las voces de Sampha y George Riley, o desde la ortodoxia de “NO INTENTION”, con ese pulso insistente de reminiscencias trap que encajaría entre la discografía más nocturna de The Weeknd. Igual que hiciera en su debut homónimo de 2011 con figuras por aquel entonces en ciernes como Jessie Ware o el propio Sampha, es Leilah –también una de las voces más importantes tras el último “demon time” (2022) de Mura Masa– la que reclama aquí todo el protagonismo, igual que lo hace en temas como “LIMITLESS”, con ese beat en bicicleta cegado por la luz de unos sintetizadores grasientos y abrasadores, o en temas más puramente neo-R&B como “FORWARD” o “DRIFT”.
Antaño un productor elusivo, este disco parece invitar a reconectar con un arranque brillante en clave neosoul que culmina en el single tempranero “DAYS GO BY”, en el que Toro Y Moi surfea entre efectos espaciales una pulsante melancolía que podría recordar a Gorillaz. Hacia el final hay un cambio de beat que retrotrae a ese R&B cannábico y noctámbulo que tan bien sabe ofrecer la dupla formada por Metro Boomin y The Weeknd, y es a partir de este momento cuando “THE RAT ROAD” abandona cualquier aspiración unitaria. En la búsqueda está la virtud. ∎