Disco destacado

Single

HolaElefant, 2020
Si no existieran, habría que inventarlos. Teresa Iturrioz e Ibon Errazkin, ese dúo ovni del pop español, nos han ofrecido algunas de las páginas más hermosas y delicadas de la historia musical de aquí. Son únicos, y no desde que juntaron fuerzas en Single: hay que recordar, siempre, su prehistoria en Aventuras de Kirlian y Le Mans y, también, las ofrendas de Errazkin en solitario.

Su cuarto álbum –quinto si contamos “Anexo” (2012), su repaso a voz y guitarra de parte de su repertorio– llega tras las gemas de “Pío Pío” (2006), “Monólogo interior” (2010) y “Rea” (2014), perlas de sensibilidad exquisita expuestas con refinamiento lírico e imaginación sonora, discos que abrigan y consuelan, que provocan la sonrisa y encogen el corazón. “Hola”, no podría ser de otra manera, viene envuelvo en otra portada mágica de Javier Aramburu, con Teresa convertida en una especie de diosa de la naturaleza, serena y agitada por el viento.

“El roce”, el single que el año pasado abrió la veda del nuevo disco, ya puso la miel en los labios: la canción, una melancólica historia de amor, mostraba al dúo con sus mejores poderes melódicos y, además, en la cara B (“Un roce al paso”) recuperaba al Aramburu musical, recitando al Cernuda de “Los placeres prohibidos” (1931) con el poema “No decía palabras”. El single era, también, una especie de back to roots en una condensación de su sonido que aparcaba pequeños malabarismos instrumentales o de arreglos de otras ocasiones: el aire de Le Mans no andaba lejos.

Gran amor. Foto: Lourdes Cabrera
Gran amor. Foto: Lourdes Cabrera
Esta majestuosa sencillez riega los treinta y seis minutos de “Hola” en un ejercicio de menos es más que viste las canciones exclusivamente con guitarra, piano, bajo y sintetizador y donde las intervenciones ajenas a la pareja son mínimas: las ocasionales notas de piano de Antonio Galvañ (Parade) y Genís Segarra (Hidrogenesse).

Bañado por la melancolía y una cristalina atmósfera de congoja –el álbum está dedicado a la desaparecida Eva Solex (Pretty Fuck Luck, Los Caballos de Düsseldorf)–, las canciones van discurriendo por un paisaje que a veces parece evocar fotogramas de wésterns imposibles –esa maravillosa “El sueño”– o capítulos de mitología de cristal –“Pegaso”, “Hola, soy Dafne”–. “Marta, Quimi y yo” es un pequeño gran himno a la amistad que puede remitir a sus admiradas Vainica Doble, mientras que “Madrugada Belle Époque” evoca los tintineos de un recuerdo pasado (“todos duermen, yo no”) en lo que parece una postal de madrugada dedicada a San Sebastián, y “Canción para hombres grandes” se mece a ritmo de vals en su admirable elegía al género masculino.

“Hola” se cierra con una apropiación de “A las seis” del dúo malagueño José y Manuel (Martín Fernández), antesala de Solera, aparecida en el álbum “Génesis” editado por Hispavox en 1971, aunque al parecer Teresa & Ibon conocieron el tema en la versión del dúo colombiano Ana y Jaime; en cualquier caso, otra gema sobre amores finiquitados que echa el broche de oro a un álbum que es oxígeno puro en tiempos de ruido innecesario y de máscaras sin enigmas. Single es el bálsamo y la cura. Sí, si no existieran el mundo sería un lugar más triste e inhóspito.

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