Alejados de la convención de las etiquetas (que si
noise, que si hardcore, que si power pop vitaminado, que si…),
Sonic Youth han creado su propio género, una estética sonora que muestra a cada nuevo disco posibilidades ilimitadas, una corriente de melodías,
feedbacks, acoples, delirios, voces, gritos, armonías, ritmos, historias lujuriosas, relatos trágicos y trepanación eléctrica que se presenta inagotable y lejos de la oxidación que todo radicalismo termina padeciendo. Y es que, como es sabido, los Sonic Youth, en el fondo, siempre se han paseado con cautela e inteligencia por la frontera del rock más sutil, con recursos más pop de lo que pudiera parecer a simple vista.
Facturación
“Goo” en el 90, lo complementaron con
“Dirty Boots” en el 91, han hecho incursiones en proyectos paralelos (sin que ello comporte, por el momento, dificultades para su sólida imagen de grupo) y arremeten en pleno verano del 92 con
“Dirty”, la que posiblemente sea su mejor obra junto a
“Sonic Youth” (1982),
“EVOL” (1986) y
“Daydream Nation” (1988). Por vez primera, se han agenciado los servicios de un productor en el estricto sentido de la palabra, Butch Vig (Laughing Hyenas, L7,
“Nevermind” de Nirvana), acompañado por su habitual ingeniero de sonido, Andy Wallace (Henry Rollins, Slayer, “Nevermind”). El material es generoso, para llenar un par de discos sin sobrante alguno; incordiantes como son, anuncian un tema extra,
“Stalker”, para la edición en vinilo y no en CD.
“100%”, la imparable apertura y el primer single, está dedicada a Joe Cole, amigo de los Youth y de Henry Rollins, asesinado de un disparo en la frente.
“Wish Fullfillment” es la aportación más rotunda de Lee Ranaldo, apasionado como siempre a la hora de agarrar el micro, reventar melodías tranquilas y sacar kilovatios de demencia a su guitarra.
“Sugar Kane” tiene un cierto deje de su odiado Lou Reed y fantasea con el mito de Marilyn Monroe, que se inscribía en los hoteles con el anónimo nombre de Sugar Kane.
“Youth Against Fascism” deviene una estratégica mezcla entre el estertor sonoro habitual, un estribillo más melodioso, el vago recuerdo de Mark Smith y las punzadas guitarreras del invitado Ian “Fugazi” MacKaye.
“Nic Fit”, de los Untouchables, es una miniatura hardcore que los Youth hacen suya. La angustiante y bella
“JC”, narrada por Kim Gordon con esa sabiduría que da el tiempo y también el dolor, es otro homenaje al asesinado Cole.
“On The Strip” se balancea entre la candidez y la agresión, con ese bloque intermedio construido a golpes de guitarras acopladas apocalípticamente mientras Steve Shelley redobla sin parar.
“Chapell Hill” contiene un final despiadado, veloz, elegía eléctrica.
“Shoot” respira un cierto ambiente sicodélico apuntalado en una línea de bajo inquietante.
“Purr” es una descarga rockera de ley, clásica y férrea, con
riff de guitarra algo más que musculoso y Shelley convertido en una perfecta caja de ritmos.
“Theresa’s Sound-World” y
“Créme Brulée” dibujan a los Youth más candenciosos, pese a acoples y gruñidos.
“Orange Rolls, Angel’s Spit” y
“Drunken Butterfly” proporcionan los pasajes más crispados y expectantes, siempre con la voz de Kim en primer plano. Y
“Swimsuit Issue” resulta un maremoto sin fin, relato de acoso sexual urbano.
Sirvan estas líneas también como compendio de esas recientes incursiones paralelas antes aludidas: Kim y Don Fleming produciendo a las Hole; Thruston Moore y Fleming impartiendo doctrina desquiciada en el grupo Rudolph Grey; ambos y Shelley en Dim Stars; Shelley en discos de Jad Fair; las participaciones revoltosas de Thurston, Lee y Kim en “Guitarrorists” y el disco de tributo a Dylan, y la previsible colaboración de todos en la última obra de Daniel Johnston. ¡No paran! ∎