Álbum

Sonic Youth

Daydream NationEnigma-Blast First-GASA, 1988
Es curioso. Hoy en día todos hablan de música africana. Y no solo hablan, sino que son capaces de distinguir cualquier sonido que provenga del continente negro. Con seguridad y sin reparos nos cuentan-comentan la diferencia que hay entre el makossa, el mbaqanga o el chimurenga. Y se quedan tan felices. Vamos a ver, chico listo, ¿podrías señalarme en qué varía una soleá de una siguiriya, o una toná de un martinete? Difícil, ¿verdad? Te das cuenta, querido, la cosa va más allá del “buen” oído que los dioses te han regalado.

Bueno, pues con los Sonic Youth está ocurriendo algo parecido. Últimamente todo el mundo los cita. Todos escriben bien de ellos y de forma casi generalizada la opinión sobre el grupo es una prueba de fuego para entrar en el mundo de los elegidos. Gilipolleces y mamarrachadas de algunos chicos “periodistas” listos, que juegan a teorizar sobre el cuarteto neoyorquino. Con la Velvet Underground o con los Joy Division pasó algo semejante. Y muchos son los que siguen confundidos ante su tan simple, sencilla y sincera propuesta. La música ni es ciencia oculta ni mucho menos se aprende en la Universidad. Sí, sí, lo sé. Esto es la crítica de un disco. Bien, aquí la tienes:

Si los anteriores trabajos de la banda te hacían dudar entre “lo bueno” y “lo interesante” de su oferta musica, aquí, en su nuevo doble elepé, las cosas quedan más claras. Sencillamente nos encontramos ante el mejor disco de los Sonic Youth. Disco lleno de grandes CANCIONES. Temas, composiciones con pies y mucha cabeza. De las doce lecturas del álbum, ninguna sobresale más que la otra gracias a su potencial sonoro. Guitarras, guitarras, guitarras. Densas, crispadas y bellas. Doce cuerdas que se transforman en veinticuatro, treinta y seis o más. Guitarras que tejen una cortina impenetrable pero cristalina que a la vez se convierte en una locura salvaje y emotiva, tratada con frialdad por las apasionadas y mortecinas voces de Moore, Ranaldo y la cada vez más imprescindible Kim Gordon. Un amasijo estructurado que cabalga a lomos de un cuidado y desenfrenado ritmo capaz de sorprender a los más conocedores de su obra. Los Sonic Youth son la contradicción hecha música. Ese es su gran valor, lo que los hace diferentes y los consagra como la mejor rock’n’roll band del momento. “Daydream Nation” es un trabajo musical del que se hablará en el año 2000. Un disco, un 10; aquí, como son dos, un 20. ∎

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