Álbum

Steve Wynn

Make It RightFire-Popstock!, 2024

Tras la celebrada revitalización de The Dream Syndicate –cuatro excelentes nuevos álbumes entre 2017 y 2022–, Steve Wynn retoma su carrera en solitario. Lo hace desde un lugar ligeramente diferente de donde la dejó, en 2010, con “Northern Aggression”. A sus 64 años y tras todo lo vivido, al músico le ha llegado el momento de recapitular. Ha escrito un libro de memorias de sugestivo título, “I Wouldn’t Say If It Wasn’t True” (Jawbone Press, 2024) y, en paralelo, ha grabado este nuevo álbum. Según él, ha sido parte del mismo proceso (un diálogo entre el biógrafo y el músico, un Q&A de una sola persona”, escribe en las notas promocionales), pero ambos artefactos pueden tener vida independiente.

A falta de hincar el diente a su autobiografía –aún sin traducción en España–, lamento afirmar que el álbum es decepcionante si lo comparamos con el grueso de su discografía anterior. En los textos, flirtea con lo confesional y parece guardar cierto espíritu narrativo. Se abre con “Santa Monica” (la ciudad californiana en que nació) y se cierra con “Roosevelt Avenue” (la calle de Nueva York donde reside actualmente). Entremedias, otra localización a modo de título, como “Cherry Avenue”, y el corte 4 lleva el título de “You’re Halfway There”, como incidiendo en el recorrido vital que intenta marcar.

A nivel argumental, tira hasta cierto punto de una narrativa cliché: la huida, el arrepentimiento, la redención y todas esas cosas, aunque siempre guarda en la manga algunos momentos líricos de interés, como el final de la citada “You’re Halfway There”: “Second half is better than the first / But then you’re done / And that might be worse”, todo ello con una dulce melodía de aires velvetianos y slide guitar. O también el comienzo de “Making Good On My Promises”: “Scars, scars I’ve got them pickled in a jar / Fables and warnings / I eat them for breakfast every morning”. Lo decepcionante es que, musicalmente, transmite todas esas ideas sin emoción ni pegada, haciendo primar un tono aplacado, como de country-rock de baja intensidad. Incluso cuando hace algo que parece un bolero (“Madly”), lo desarrolla con poca gracia. Solo el tema final, “Roosevelt Avenue”, adquiere una pulsión más vibrante y loca. Tras su apuesta por lo, digamos, reflexivo se infiere de los créditos la idea de una grabación más bien caótica: aparecen listados 28 colaboradores, entre ellos Mike Mills (R.E.M.), Scott McCaughey (Young Fresh Fellows), Vicki Peterson (Bangles) y sus amigos españoles Paco Loco, Esteban Perlés, Pablo Errea y Patri Espejo. ∎

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