El mundo en general, las tendencias, la tecnología y el clima sociopolítico han cambiado mucho y muy rápido desde 1980, el año en que Thalia Zedek llegó a Boston desde Washington D.C e inició su carrera musical. Sin embargo, apenas ha cambiado nada en su modo de hacer canciones, entregadas siempre desde el conflicto y la incomodidad, en esa inconfortable zona de confort tan suya que consiste en vaciarse por dentro y exponer su verdad con una voz grave y honesta y una intensidad eléctrica que puede tirar tanto del folk-rock como del ruido. Convive el séptimo álbum con su nombre con la reedición en vinilo por el 20º aniversario del primero, “Been Here And Gone” (2001), y con las de todo el catálogo de Come –el 22 de octubre llegará la de “Don’t Ask: Don’t Tell” (1994)–, pero también su periplo con la Thalia Zedek Band junto a la carrera de E, algo más que un proyecto paralelo creado en el último lustro junto a Gavin McCarthy, de Karate, y Jason Sanford, de Neptune. Y es curioso comprobar cómo dialogan unas obras con las otras hasta darte cuenta de que, en realidad, tampoco ha cambiado nada tanto como pensábamos: las miserias humanas siguen siendo las mismas, y el modo de enfrentarse a ellas por medio del arte también.
Este “Perfect Vision” es una clara continuación de “Fighting Season” (2018). No solo riman los títulos, sino también los contenidos y espíritus. Si el anterior era una llamada a la acción ante el advenimiento del trumpismo, este se pierde en lugares igualmente oscuros pero más difíciles de percibir. Lo de “Perfect Vision”, de hecho, parece tener un punto irónico, ya que vivimos una era endiabladamente confusa como para tener una visión clara de nada. “Las sombras se extienden sobre manchas / a través de las fronteras, que corren como venas” son las primeras palabras que suelta en “Cranes”, el tema de apertura, y a partir de ahí emprende este nuevo viaje al corazón de las tinieblas aunque, en realidad, ella nunca salió de las tinieblas mismas. En sus diez cortes, sin tener no siempre muy claro de qué está hablando exactamente, se percibe una actitud de rabia y descontento ante la enésima nueva ola de ultraconservadurismo e injusticia social, sobre la falta de empatía humana, y también sobre aspectos más personales e íntimos, algunos de ellos probablemente influidos por el estado mental de la pandemia. No es este su disco más logrado, algunas composiciones palidecen un tanto ante su obra anterior, pero la convicción y la entrega con que esta artista ya sexagenaria defiende cada minuto de su música es digna de resaltar. ∎