Por suerte, entre el segundo y tercer álbum de The Avalanches no ha habido que esperar otros dieciséis años; solo cuatro. Se debe, en parte, a un cambio de método: aunque el proyecto se dio a conocer con una obra maestra del sampling analógico, “Since I Left You” (2000), desde “Wildflower” (2016) cuenta también con el apoyo de voces y músicos invitados, lo que debe facilitar ciertos procesos, además de anular problemas con las autorizaciones; su famoso debut salió fuera de Australia con algunos samples de menos.
Diferente proceso, mismos resultados: de nuevo, escuchar un disco suyo es como subir a un tiovivo caleidoscópico con banda sonora de disco, soul y easy listening de otra dimensión; una forma singular de psicodelia, una especie de hauntology en clave pop. Lo que diferencia a “We Will Always Love You” de sus otros álbumes es, quizá, una mayor insistencia en lo ensoñador, o, en otras palabras, la ausencia de juguetes surrealistas del estilo de “The Noisy Eater”.
Esto va realmente en serio. Esto va de la luz, el cosmos y los mensajes que enviamos a las estrellas en busca de soluciones o lecciones. La pieza central, “Wherever You Go”, incluye en su arranque un fragmento de spoken word del Golden Record enviado con las sondas espaciales Voyager, y esa ni siquiera es la parte más épica del tema: cada nueva evolución es superior a la anterior, del coro infantil de Jimmy Osmond a la dulce entrada de la cantante CLYPSO, del sample de “Magalenha” de Sergio Mendes al inmenso bass drop (el coproductor Jamie xx debe tener algo que ver) y la entrada en el mix de una fiera Neneh Cherry. La música era esto.
Cada invitado encaja con fluidez en la abierta pero reconocible visión del grupo, de Blood Orange a Leon Bridges, de Sananda Maitreya (¡más Vashti Bunyan!) a un Tricky más fantasmal que quizá nunca, de Kurt Vile a Rivers Cuomo, pasando por una buena colección de rappers (Denzel Curry, Pink Siifu, Sampa The Great). Y al buen uso de buenas voces originales debemos sumar un manejo todavía sobrenatural del sample: no puede dejarse de mencionar el emotivo empleo de “Eye In The Sky” (Alan Parsons Project) en “Interstellar Love”, de “Hurting Each Other” (The Carpenters) en “We Go On” y de “Music Makes Me High” (Salty Miller) en el himno roller disco de igual nombre.
“Como recordar algo de un tiempo muy lejano, pero solo a medias y cruzado con algo imaginado”, me describían The Avalanches el sentimiento de “Wildflower” en esta misma revista hace unos años. Los 71 nada largos minutos del nuevo disco son otra invitación a soñar despierto, a cantar, mecerse y querer en un mundo paralelo. ∎