Álbum

The Bevis Frond

Little EdenFire-Popstock!, 2021

“Ama a tu vecino, bendice la calle, cuida tus modales, sé discreto, recuerda lo que te dije si alguien necesita tu asiento: todo el mundo en pie”: un disco que empieza con palabras como estas se gana de forma automática nuestra simpatía. El bueno de Nick Saloman ya peina canas y a lo mejor es él quien quiere ocupar tu sitio en el bus. Pero, bromas aparte, no es difícil imaginar a qué puede estar refiriéndose con todo lo que vemos a diario. La estética brutalista que el veterano psych-boy ha elegido –y fotografiado– para el nuevo trabajo de The Bevis Frond cabe interpretarse como una metáfora sobre la sociedad en la que vivimos, capaz todavía de imaginar paraísos, individuales o colectivos. Lugares muy amenos y deliciosos, según su acepción menos testamentaria, de cemento caravista.

El segundo álbum de Saloman para Fire Records sabe apuntar directo al corazón de su fiel legión de seguidores con una fórmula que combina sencillez y accesibilidad, buenas melodías, la explosividad eléctrica que se espera siempre de Bevis Frond y el apoyo logístico de armas tan persuasivas aún como la propia voz de su líder, expresiva y frágil al estilo del mejor Alex Chilton. “Little Eden” contiene un puñado de canciones en las que se pueden rastrear los ecos benéficos de, pongamos, Television –“Do Without Me” –, Elvis Costello –“Little Eden”–, Teenage Fanclub –“Here Comes The Flies”–, Bob Mould –“Pasted All Over”–, incluso de Curtis Mayfield en “Numb In The Head”. Veinte píldoras de power rock diseñadas para su metabolismo rápido que también invita a la reflexión.

Distribuido en dos discos separados – y es que se opta por los formatos tradicionales, claro–, prácticamente gemelos en cuanto a esquema sonoro y lírico, “Little Eden” presenta la acostumbrada variedad de texturas guitarrísticas donde caben delicadezas folk-rock como “They Will Return”, improbables ejercicios de country británico como “Hold Your Horses”, o temas largos como el central “As I Lay Down To Die” –una exquisitez de psicodelia épica a lo Led Zeppelin en su versión más contenida, hasta que llega la inevitable erupción eléctrica, protagonizada por un tipo moribundo que se resiste a la sedación terminal– o la despedida, entre el delirio y la esperanza, de “Dreams Of Flying”, con sus diez minutos de brutal psych-rock a lo Dream Syndicate.

“Little Eden”, con su mensaje ácido y melancólico, dibuja desde dentro un territorio bien diferente al que pergeñaron soñadoras de otra época, no tan lejanas en presupuestos estéticos, como Shirley y Dolly Collins en “Anthems In Eden” (1969). Edenes dentro del Edén poblado de personajes tan ingleses y conformistas como el de “The Man In The Garden”: su arquetípico perfil comunal remite al videoclip de “Frustration”, de Soft Cell, solo que ahora la diana no es Margaret Thatcher sino el infame Brexit –o “brek-shit”, según dicen–, ese paraíso arancelario del que te expulsan por definición bíblica. Bien visto, un lugar no tan diferente a cualquier otro por estas latitudes. No quiero ser cenizo, pero me pregunto si alguien se acuerda a estas alturas de “little big hells” como el de Afganistán. ∎

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