Álbum

The Cat Empire

Bird In ParadiseThe Cat Empire-BMG, 2025

The Cat Empire tienen la virtud de darle una pátina de contagiosa accesibilidad a todo lo que tocan. Es uno de los quids de la irrebatible efectividad que los ha llevado a agotar Rivieras y Razzmatazzs y amenazar con dar el salto a recintos más grandes. La fórmula de los australianos es tan impepinable como la de la Coca-Cola, y su décimo álbum no hace más que refrendar esa capacidad: Felix Riebl, su vocalista y percusionista, quería hacer un disco flamenco y lo que le ha salido es un trabajo que recuerda a algunas otras cosas. A los productos de la Barcelona mestiza de finales de los noventa y primeros dosmil y también un poco a aquellas bandas francesas que apelaban a la multiculturalidad unos cuantos años antes, como Mano Negra o los Gipsy Kings, que parece que vayan a aparecer en medio del corte titular que sirve de apertura. Incluso la sombra de los belgas Vaya Con Dios es razonable en los pocos momentos en que remiten tímidamente a una esencia jazz que tienen ya bastante aparcada, al igual que su proverbial querencia por el ska o el funk. Aquí la fiesta corre por otros derroteros, pero sigue siendo irrenunciable. Es fácil imaginar la algarabía de esas canciones en directo. Solo faltan unos meses para certificarlo.

Entre los sonidos latinos, los rumberos y los fronterizos discurre el back to basics –por el cariz tan orgánico– del combo de las antípodas. Un melting pot en el que suenan más lenguas distintas que nunca. En la rumbera “Shooting Star” es la voz de la bajista Grace Barbe la que luce en francés criollo. El rock latino más estereotipado preside “Blood On The Stage”. El castellano brota en el estribillo de una “Going To Live” que recuerda a Los Rodríguez o a los Seguridad Social de la primera mitad de los noventa, aunque sea desde un prisma de segunda (o tercera) mano. Y la innegable influencia de la música afrocubana resuena en “La gracia”, en “Doing Fine” o en “Devil”, que discurre como un apañado remedo del Willy DeVille de “Demasiado corazón”. Todo con su inconfundible aroma a marca blanca. Hay, para terminar, una apelación al blues en “Blackout Blues” (lo más dispar aquí) coronando una colección de canciones en la que cada colaborador y cada ingrediente está dispuesto en su justa medida, redondeando un temario lúdico, jaranero y expansivo, que no cambiará el curso de la música popular ni la vida de nadie (eso creo), pero desde el escenario dispensará motivos de sobra para agitar caderas. Suficiente para su creciente parroquia. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados