Antes de nada, conviene recordar que, aunque aquí los percibamos como unos clásicos del indie-folk más o menos subterráneo, The Decemberists son famosos en EEUU. Famosos del nivel número 1 en ventas (con “The King Is Dead” en 2011), haber salido en “Los Simpson” y abrir mítines para Barack Obama en su Portland natal. Y todo eso, con una música y una imagen que se puede considerar como excéntrica o barroca, tan profundamente personal como ajena a todo tipo de modas, y con un estilo lírico muy narrativo, con historias basadas en un pasado histórico real o imaginado. La suya se podría decir que es más una música de biblioteca y cámara –a veces acompañada de orquesta– que de habitación y ordenador. Por todo ello, en su país se ha celebrado con bastante énfasis que la banda comandada por Colin Meloy haya entregado un ambicioso noveno álbum tras seis años de sequía (el silencio entre discos más largo que hasta ahora habían afrontado).
The Decemberists pararon por tanto tiempo debido a varios motivos: el hartazgo de su líder ante el advenimiento de Donald Trump, la pandemia, pero también el haber dedicado más espacio a todo tipo de proyectos literarios, teatrales y audiovisuales. El más prominente de ellos es la serie de libros juveniles “Las crónicas de Wildwood” (publicados en España por Alfaguara) y que han sido ilustrados por Carson Ellis. Ella es también la responsable de la portada de este nuevo álbum, en el que parece penetrar –al menos en temas como “Don’t Go To The Woods”– el espíritu de su obra conjunta (que, por cierto, está a punto de convertirse en serie animada, con voces de gente nivel Tom Waits).
El caso es que, cuando Meloy vio que le empezaban a salir nuevos temas y que podría haber ahí un disco, se vino tan arriba que ha acabado grabando un doble álbum, el más largo de The Decemberists. También contiene el tema más extenso de su trayectoria. “Joan In The Garden” (de 19’ 20”) supera solo por 45 segundos a “The Tain” (editado en forma de EP único por Acuarela en 2004). El tema que cierra “As It Ever Was, So It Will Be Again” también podría, en realidad, conformar un disco por sí solo. De aventurado aire prog, comienza como una preciosa epopeya folk-rock para perderse por cauces lisérgicos y desembocar en un delirio rockista con influencias reconocidas de, por ejemplo, Iron Maiden. Todo ello tomando como inspiración el alucinado cuadro “Juana de Arco”, pintado por Jules Bastien-Lepage en 1879.
El vinilo contiene otras tres caras, también divididas en capítulos argumentales aparentemente diferentes. Los temas más accesibles aparecen en la primera, que arranca con la increíblemente pegadiza “Burial Ground”. La voz de James Mercer (The Shins) se une a la de Meloy en un caramelo de guitarras jangle con una letra que parece un homenaje a “Cemetry Gates”, de The Smiths (1986), siempre influencia capital en The Decemberists. “Oh No!”, con una sección de metales de aire latinoamericano, parece que invoca a los fantasmas y esqueletos de una película de Tim Burton en plan fiesta alocada. “The Reapers” tira de otra querencia de Meloy: su amor por la narrativa clásica del folk, onda gótico norteamericano, que en “Long White Veil” vuelve a recordar a Burton (en este caso, a “La novia cadáver”) con formas más cercanas a R.E.M. (por cierto, que me olvidé de contar que en “Joan In The Garden” había coros de Mike Mills). “William Fitzwilliam” tira más de las enseñanzas de John Prine, pero es entre las caras 2 y 3 donde el disco flojea más. “All I Want Is You”, por ejemplo, pretende ofrecer una visión propia sobre los clichés de la canción de amor –algo raramente cultivado por Meloy–, pero se pierde en el intento, al igual que su forma de bucear en la herencia de Randy Newman en “America Made Me”, donde lo más curioso es su obsesivo final: las últimas 14 líneas no riman exactamente, sino que finalizan con la palabra “sleep”.
Es una buena noticia que un grupo tan diferente a todos los demás como The Decemberists siga ahí tras 24 años, y lo haga con tanta convicción, pero conviene atenuar el entusiasmo de todos los que se aventuran a decir que este es su mejor álbum. “As It Ever Was, So It Will Be Again” tiene sus cosas interesantes, pero también mucha paja (tómese este término en su máxima polisemia). Esta vez Meloy ha sufrido de ambición desmedida. Se la puede permitir, por supuesto, pero ha habido otros Decemberists mejores. ∎