Disco destacado

The Smashing Pumpkins

Mellon Collie And The Infinite SadnessVirgin, 1995

Los Smashing Pumpkins son dinosaurios sobre los 27 años, clásicos del rock mainstream con solo tres LPs a sus espaldas. Aceptado esto, se hace más sencillo entender el contenido de su nuevo álbum. Afrontan su tarea como Depeche Mode con “Violator”, The Cure con “Disintegration” o Metallica con “Metallica”: discos de bandas con la personalidad definida que deciden explorar y perfeccionar su fórmula. No hay riesgo, no hay novedades: el éxito o el fracaso depende de las canciones. La diferencia es que a Billy Corgan le ha perdido la vanidad, cambiando el doble de rigor por una obra de dimensiones faraónicas (123 minutos, uno de los discos más largos de la historia).

Los pies despegan del suelo con “Tonight, Tonight”, tras una intro planeadora que anuncia euforia sin límites y sueños en cinemascope, los mismos que parecen invocar una colección de ilustraciones apta para una versión ultralisérgica de cualquier locura de Lewis Carroll. Es el sonido Pumpkins llevado a su expresión más sencilla, una virtud que comparten “To Forgive” y “1979”, “Bullet With Butterfly Wings” y “Galapogos”. Afortunadamente, la producción no se ha tragado las canciones, gracias al buen oficio de Flood y Alan Moulder –hábilmente sumergidos en las ensoñaciones Walt Disney de Corgan–. Sensibilidad fundida con heavy metal o cómo llegar a todos sin dejar de ser tú mismo.

Épica y melancolía: el viaje astral de Billy Calabazas.
Épica y melancolía: el viaje astral de Billy Calabazas.

Las letras son el único paso adelante, una combinación de arrogancia y delirio que ensancha el espectro de imágenes del grupo (sí, aguanto bien la poesía convencional). Salvando las distancias, provocan un efecto que solo siento con Bowie: mientras suene ese violín, mientras viva ese crescendo, hasta que expire esa voz… nada malo puede ocurrirme. Stiltskin les calcan amplis y pedales, pero con las emociones no hay Xerox que valga.

Lo confieso, el Brian Wilson del AOR y su Royal Grungeharmonic Orchestra han vuelto a estremecerme con una simple variación de “Siamese Dream” (1993). “Mellon Collie And The Infinite Sadness” podría ser más completo, más valiente, más extremo, más… corto. Puestos a pedir, podrían aprovechar más la voz de D’Arcy. La solución definitiva pasa por extirpar el ego de Billy, conscientes de que el bisturí suele llevarse parte del talento; una empresa imposible, dado que Smashing Pumpkins es Corgan, y “Mellon Collie” es la prueba concluyente. Y con discos como este, además, mejor no correr riesgos. ∎

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