Después de una década asentando un lugar ciertamente estridente en el círculo de las músicas de raíz norteamericanas, la cantautora de Tennessee Valerie June entrega en su sexto trabajo el compendio más sólido de su carrera –no el mejor, que quizá sigue siendo “Pushin’ Against A Stone” (2013)–, y sobre todo el que más elabora tirando de los modismos del pop su propia versión de ese corpus de americana, folk-rock, cantos apalaches, góspel, soul, country y psicodelia. Con “Owls, Omens, And Oracles”, además, culmina una conversión espiritual que empezó en 2019 con el lanzamiento de “Cosmic Dancer”, y se entrega definitivamente a esa idea de feel-good songs que tan habitualmente incendia los proyectos circundantes a la americana y al soul con mass appeal y contratos con prestigiosos subsellos de majors especializados en músicas para adultos; no es raro, por tanto, que se pase Norah Jones para dejar unos coros.
Firmada con Concord, su música siempre se ha podido permitir algo de ambición y expansividad, pero en esta ocasión, y contando por primera vez con M. Ward como productor, estos aspectos van a más, rozando por momentos el maximalismo –“Endless Tree”– y mostrando el abanico de estilos más abierto y ecléctico de su carrera. Y sin embargo, el también líder de She & Him consigue mantener un sonido en general crujiente y retro, de gramola, que se sublima en temas como “Love Me Any Ole Way”, que se desnuda en “Sweet Things Just For You”, que puede coquetear con el indie si quiere –como hace en “I Am In Love” o en “Inside Me”, con un aura clásica y al mismo tiempo onírica y etérea, muy de los noventa en su camino a los dos mil–, y que sabe salirse inteligente y sutilmente del guion en una canción como “Superpower”, que reconstruye un dub clásico reminiscente de Gil Scott-Heron entre guitarras con delay que quedan entre Portishead y la Lana Del Rey producida por Dan Auerbach con un beat de trap.
La positividad recorre de principio a fin un trabajo que rebosa esperanza y buen rollo, pensado para combatir tiempos oscuros, y que arranca por todo lo alto con una declaración de intenciones que es además una invitación a todo el humor del disco, “Joy Joy!”, tan conectada con los trabajos más rústicos de Ben Harper y con esas guitarras ruidosas que trae Ward de su repertorio. “Tienes que confiar en el camino cuando estés bajito”, dice en “Trust The Path”, uno de los momentos más preciosistas de “Owls, Omens, And Oracles”, puro Paul McCartney al piano y con el bajo bien presente en posición frontal. Y en el otro extremo, “Calling My Spirit” apela a la dimensión más espiritual y ancestral del disco con un canto coral a capela.
Este es, en fin, un disco edificante, naíf en cierto sentido, que busca ser atemporal y apela al amor de una forma intergeneracional, que cuenta con los míticos padrinos del góspel The Blind Boys of Alabama como única colaboración explícita. Y que solo repliega verdaderamente al final con una balada desiderativa como “Missing You (Yeah Yeah)” o el cierre en clave country que supone “Love And Let Go”, en la que la voz nasal de June dibuja florituras abrazada por metales. Vale que no plantea nada nuevo ni nada verdaderamente original, pero al menos la cantautora se ha construido un espacio musical al que siempre es bueno acudir en busca de algo de confort. No es poco para los tiempos que corren. ∎