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Congo Funk! Sound Madness From The Shores Of The Mighty Congo River. Kinshasa/Brazzaville 1969-1982Analog Africa, 2024

El sello alemán Analog Africa, que dirige el gran crate digger Samy Ben Redjeb, es garantía de calidad en lo que a exhumar rare grooves africanos se refiere. Su catálogo es un modelo de brillante música africana de la edad de oro, de cuando los países del continente negro se liberaron, teóricamente, del yugo colonial. Esta nueva entrega es una suculentísima exploración por la música que se realizó en las capitales de las dos orillas del río Congo, a saber, Kinshasa y Brazzaville, sobre todo durante la década de los años setenta del siglo pasado.

Antes de desglosar el recopilatorio es necesario hacer un poco de historia, política y musical. Kinshasa es la capital de la República Democrática del Congo, un país conocido como Zaire entre los años 1971 y 1997, y que hasta 1908 fue propiedad privada del rey Leopoldo II de Bélgica; durante el período colonial, en el denominado Congo Belga, se produjeron grandes atrocidades y expolios. La independencia del país en 1960 y la breve aparición del héroe Patrice Lumumba acabó pronto en tragedia. La posterior dictadura militar de Mobutu Sese Seko instaló el país en una cleptocracia hasta 1997. Lo sustituyó otro político y guerrillero déspota, Laurent-Desire Kabila, asesinado en 2001. Su hijo Joseph Kabila tomó el mando hasta 2019 y ahora el poder lo ostenta Félix Tshisekedi.

Al otro lado del río Congo está situada la Republica del Congo, un país denominado en la época colonial el Congo Francés. País independiente desde 1960, su capital es Brazzaville, situada frente a Kinshasa. La orientación marxista de sus gobiernos los llevó en 1970 a denominarse República Popular del Congo, adoptando como bandera el color rojo, la hoz y el martillo. Esa inestable época comunista finalizó en 1992. Sin embargo, la breve transición democrática desembocó en una cruenta guerra civil ganada por el general Denis Sassou-Nguesso, que sigue siendo en la actualidad el presidente del país.

Al margen de la agitación política, la música de los dos Congo fue una auténtica revolución. En las décadas de los años cuarenta y cincuenta la rumba obtuvo un gran éxito. Solo en Leopoldville –la denominación antigua de Kinshasa– había un centenar de salas de baile con orquestas que absorbían con fruición los ritmos llegados de Cuba y el Caribe. Las emisiones de Radio Congo y Radio Brazzaville fueron determinantes en la expansión del cimbreante sonido de la rumba y el beguine. A la vez, la inmigración rural a las grandes ciudades aporta a la música elementos tradicionales. El Congo Belga es pionero en desarrollar industria musical, con sellos propios y fábrica de prensar discos.

En 1948 el trovador Antoine “Wendo” Kolosoy obtiene el primer éxito panafricano con la rumba “Marie-Louise”. Sellos como Ngoma, Opika, Loningisa o Esengo hacen furor en Leopoldville y Brazzaville en los años cincuenta. Eso hace que pronto las multinacionales EMI y Philips quieran sacar tajada. Las fusiones de ritmos locales y músicas importadas están a la orden del día, ya sea son cubano, guitarras españolas, buzukis griegos, pianos de pulgar likembes, acordeón o efluvios jazzísticos; el montuno cubano y los cantos lingala se entrelazan para dar a la rumba una verdadera identidad cultural congoleña. Esta fusión cubana y africana la sintetiza a la perfección la orquesta African Jazz de Joseph ‘Gran Kalle’ Kabasele, introduciendo los instrumentos amplificados –de manera muy significativa la guitarra eléctrica– y una joie de vivre que propulsa a la rumba congoleña como el estilo musical más importante de África, sobrepasando su aceptación fronteras, condición social y edad. Junto con la T.P. OK Jazz de Franco y Tabu Ley Rochereau, son la punta de lanza de un movimiento que tiene su himno en el emblemático “Indépendance Cha-Cha”, la banda sonora de la euforia que vivía el país en 1960 con su liberación del yugo colonial.

La denominada “belle époque” de la música congoleña tiene su apogeo entre 1968 y 1972. Luego, en 1974, entre los fastos del “Rumble In The Jungle” –el mítico combate de boxeo entre Muhammad Ali y George Foreman en Kinshasa– hubo el denominado Woodstock negro, con James Brown, B.B. King, Fania All Stars, Bill Whiters y otros. Este acontecimiento fue determinante para la incorporación del funk y el soul a los sonidos locales, que luego recibirían el nombre genérico de soukous.

De este caldo de cultivo se nutren los 14 temas de la compilación, escogidos por el equipo de Analog Africa entre más de 2000 grabaciones de la época. Un destilado soberbio que, por supuesto, incluye grandes nombres, presididos por TABU LEY ET L’ORCHESTRE AFRISA ofreciendo en “Adeito” una muestra de la mejor rumba, con guitarras infecciosas, metales restallantes y una melodía de rancio abolengo afrocubano. No puede faltar tampoco FRANCO & LE T.P. OK JAZZ, con un “Kiwita Kumunani” que demuestra por qué el guitarrista, cantante y compositor Franco Luambo es considerado un coloso de la música africana. Otros tótems de la “belle époque” son LES BANTOUS DE LA CAPITALE, ofreciendo en “Ngantsie Soul” una descarga de poderoso afro-funk, y la banda ZÄIKO LANGA LANGA, entregando en “Femme ne pleure pas” un precioso compendio de la mejor rumba congoleña.

Pero lo más interesante del disco es la inclusión de rarezas poco o nada conocidas. En este sentido la inicial “Sungu Lubuka”, acreditada a PETELO VICKA ET SON NZAZI, conecta la rumba con la música disco gracias a una corpulenta línea de bajo. En cambio M.B.T.s, con su “M.B.T.s Sound”, añade pulso rockero a un groove que cuadraría en una banda sonora de Tarantino. Otra virguería es el twang guitarrero que convive con el sabor rumbero en el “Mfuur Ma” que proponen GROUPE MINZOTO YA ZAÏRE. Una guitarra llena de fuzz, entre borbotones de teclados y metales lujuriosos, da vida a la psicodélica “Musique Tshiluba” de ABETI ET LES REDOUTABLES. Y en la acelerada “Lalia”, del TRIO BYLODI, no queda claro si es un xilófono o un teclado el que impone el mood, entre los indispensables vientos y una guitarra en modo rockero.

El tema más extenso del lote, “Nganga”, que sobrepasa los ocho minutos, es un portento de soukous de pronunciado sabor afrocubano, cortesía de LES FRÈRES SOKI ET L’ORQUESTRE BELLA-BELLA, otra agrupación emblemática de los años setenta que contribuyó a hacer de los dos Congo los países más importantes de la edad de oro de la música africana. Algo que refleja un álbum que es una verdadera joya y que se puede consumir en streaming, en formato de doble LP –con libreto de 16 páginas y póster exclusivo– y también en CD, en este caso junto a un libreto de 32 páginas. ∎

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