La muerte de Wayne Shorter (1933-2023) llenó medios y redes de necrológicas coincidentes todas en la enorme pérdida que suponía para el jazz el fallecimiento de uno de sus más aventajados e influyentes compositores e improvisadores. No, no hablaban de uno de esos santones que contemplan con indisimulada nostalgia las huellas de un glorioso pasado: todas apuntaban hacia un músico activo hasta sus últimos días y consecuencias, obsesionado por transmitir ese principio que equilibraba una disciplina forjada en sus años como director musical de los Jazz Messengers de Art Blakey con, sobre todo, una noción de libertad patentada durante su militancia en las filas del fabuloso segundo quinteto de Miles Davis. Sí, aquella década de los sesenta del pasado siglo fijó las bases de un sentido vital y creativo proyectado –con algunos baches, todo sea dicho– en diferentes escalas y contextos hasta su partida a los 89 años.
Cuenta su viuda Carolina Shorter en el libreto que acompaña este “Celebration Volume 1” que Shorter ofreció el último concierto a la cabeza de su cuarteto en enero de 2018 en el Panama Jazz Festival. Su delicado estado de salud lo obligó a abandonar las tablas y a volcarse en un rol como escritor que incluyó la ópera “Iphigenia” (2021), sobre un texto de Esperanza Spalding, y que se cerró con un concierto para piano, aún inédito. Consciente de su débil situación, el saxofonista y compositor también aceptó en otoño de 2022 la invitación del ingeniero Rob Griffin para revisar grabaciones nunca publicadas. Entusiasmado por los registros, Shorter los escuchó sin descanso, incluso cuando fue hospitalizado en enero de 2023. Las notas que fue tomando mientras los escuchaba ilustran el artwork de esta primera entrega de una serie con la que Blue Note pretende ensanchar, a la vez que rentabilizar, el formidable legado de un músico cuya alianza con el sello se remonta como líder al notable “Night Dreamer” (1964).
Y este concierto, celebrado el 18 de octubre de 2014 en el sueco Stockholm Concert Hall, fue la primera opción de Shorter para inaugurar un lote bautizado a modo de conmemoración de vida y trayectoria. A la cabeza de un excepcional cuarteto con el que Shorter llevaba trabajando desde 2000, integrado por el piano de Danilo Pérez, el contrabajo de John Patitucci y la batería de Brian Blade, el guion de aquel directo vino marcado por un prisma abierto donde las composiciones –algunas de ellas procedentes de su fantástico catálogo, como “Lotus”, “Orbits” o la reescritura del tradicional irlandés “She Moves Through The Fair”– ejercieron de lanzadera destinada a delinear un relato y estimular la interacción. De ahí que cinco de las piezas se enmarquen en el genérico “Zero Gravity” para desatar otras tantas tribunas de lúcida improvisación, jaleadas por grados y tensiones a la vez que jalonadas por dinámicas polirrítmicas e inspirados trazados. Todos se despliegan en busca de una esencia por momentos casi impresionista, enemiga de apremios y huecas florituras.
Supeditando la impronta técnica de los integrantes del cuarteto al semblante emocional, antes intuitivo que planificado, los saxos tenor y soprano de Shorter acarician e increpan, ajenos a los rigores de la edad (había cumplido los 81 años en el momento de registrar este doble álbum), exponiendo su veta más lírica en la hermosa recreación de “Edge Of The World (End Title)” que Arthur B. Rubinstein compuso para la película “WarGames” (1983). Otra recuperación –la centenaria “Smilin’ Through” de Arthur A. Penn– redondea un álbum soberbio, situado incluso unos pasos por delante de otros directos suscritos por este mismo grupo en sus inicios como “Footprints Live!” (2002). No cabe duda de que el tiempo sedimentó el ímpetu inicial de un cuarteto de primerísimo nivel que fue identificándose más y mejor con la acepción que Shorter quería imprimir a su obra. Este disco surge ahora, oportuno y pletórico, para confirmarlo holgadamente. ∎