Álbum

µ-Ziq

1977Balmat, 2023

Durante estas últimas tres temporadas, la actividad discográfica de Mike Paradinas se ha visto reactivada casi febrilmente tras unos años de relativo parón. “1977” es su quinto álbum seguido como µ-Ziq desde 2021. Se suma a “Hello” (Planet Mu, 2022), “Magic Pony Ride” (Planet Mu, 2022), “Scurlage” (Analogical Force, 2021) y “Secret Garden” (Planet Mu, 2021), con Mrs. Jynx, además de algún EP y de nuevos discos con sus habituales alias Jake Slazenger, Tusken Raiders o Rude Ass Tinker. También es su primer trabajo para el flamante sello Balmat, propiedad de Albert Salinas y Philip Sherburne, antiguos presentadores del programa ‘Lapsus’ en Radio 3, de RNE.

De todas las mencionadas, “1977” sería sin duda la obra reciente más fina de µ-Ziq, más cercana a sus primeros discos –cuando el breakbeat aún no había irrumpido con toda su fuerza disruptiva–, a los fundacionales “Selected Ambient Works” de su viejo compinche Aphex Twin, o a las primeras pistas de Sabres Of Paradise, por mencionar solo unos ejemplos. De hecho, el parecido entre “4am”, el corte inaugural de “1977”, o “Lime Aero”, y pistas para trasnochadores de bajón como “Smokebelch”, de los Sabres, incluso algunas cosas de los Orbital más ambientales, muy dados en su momento a introducir derivaciones instrumentales conectadas al jazz, es evidente. En realidad, el sentimiento que transmiten todos ellos, como lo nuevo de Paradinas, es de banda sonora.

Pero “1977” es algo más que el IDM de mesa camilla sugerido por la portada del disco. El álbum se anima en la cuarta pieza, “Houzz 13”. Su trote de Roland 808 sobre riff sintetizado y el tamiz característico del ambient de Paradinas da paso a la misteriosa “Belt & Carpet”, muy cercana a las atmósferas amenazantes de John Carpenter. El hombre de Wimbledon sigue metiendo miedo con “Marmite”. Su oscuro resplandor remite a Wendy Carlos gracias a su opresivo manto sonoro, voces extracorporales y disonancias industriales. La tónica se mantiene en las piezas sucesivas sin perder con ello la tensión en ningún momento, lo que parece todo un logro. Podría tratarse de una película de miedo, pero también de un documental sobre microorganismos.

La niebla parece disiparse con el décimo corte, “Burnt Orange”. Sus arpegios sintetizados y pequeña frase de piano recuerdan un poco al primer Ryuichi Sakamoto, aunque es solo un punto y seguido en la dinámica anamórfica de un disco que tiene el acierto de no extenderse demasiado –solo dos de sus quince temas superan apenas los seis minutos–. Quizá con algún corte menos se hubiese ganado algo en cohesión “narrativa” y es verdad que “1977” –su autor nació en 1971, así que el título no es una referencia a su fecha de nacimiento– acaba repitiendo esquemas en piezas como “Reference Gravy” al más puro estilo slasher, aunque su significado o inspiración seguirá siendo un misterio –esto es lo bueno de la música sin apoyo argumental–.

Ya en el último tramo irrumpe “Mesolithic Jungle” poniendo una nota de color –y oxígeno– jungle, como su propio nombre indica, que se agradece; “Pillowy” contiene los clásicos elementos euforizantes que se suelen emplearse para dejar un buen sabor de boca, y “Froglets” ejerce de correcta fanfarria final. Todo un ejercicio de estilo, el álbum entero, muy vintage y retro, casi nostálgico, pero disfrutable gracias al genio repertorial de Paradinas, que esta vez se ha esmerado en no pretender taladrar nuestros pobres oídos. Pero no se confíen. ∎

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